Son las 2:22 de la madrugada y estoy escuchando unas arias bellísimas de María Callas ... He visto que en mi anterior escrito sólo ha habido una respuesta dándome la enhorabuena, muchas gracias por ello.
Escribir sobre el Maltrato Psicológico es una de mis asignaturas pendientes, muchas veces he querido hacerlo pero no me ha sido posible, espero que en esta ocasión lo pueda conseguir.
Voy a hacer algo que considero importante: a partir de ahora me referiré siempre a mi Maltratador y lo pongo con mayúscula porque tiene que ser visible, sea éste un grito a través del paciente mundo de la palabra.
El 15 de abril próximo cumplo 53 maravillosos años, me considero una mujer sensata e inteligente y sin embargo me pregunto a menudo cómo he podido permitir durante tantos años que mi Maltratador campase a sus anchas por mi vida.
¿Dónde están los límites, por ejemplo, de una broma? ¿Cuándo deja de serlo para pasar a ser un escarnio? Muchas veces estos Escarnios son en privado pero también se dan con frecuencia en público. Para mí lo peor de estas "bromas pesadas" es la intención que subyace, esa perversión que sólo conocíamos él y yo.
Voy a poner un ejemplo verídico: Abril de 1.988, aprobé el carnet de conducir a la primera, tanto la teórica como la práctica; volví a casa eufórica yo, una humilde ama de casa había conseguido mi carnet ¡¡¡ A la primera!!! ... respuesta de mi Maltratador con una sonrisa sarcástica: "Te han aprobado porque he hablado con el examinador que conozco y le he mandado un jamn ..."
¡Diossssssssss -pensé- es mentira, he hecho un buen examen! sin embargo a los 15 días ten`ia en la puerta de mi casa un 127 de quinta o sexta mano que mi Maltratador me había comprado (era cierto que conocía a un par de examinadores).
Mi Maltratador jamás, repito, jamás me ha perdido perdón ¿o sí? ¿con el 127?
Esto que cuento puede parecer una tontería al lado de la vida de otras mujeres, pero aquí estoy hablando de la mía, de cómo me sentía yo cada vez que me hacía de menos, que no solo no reconocía un mérito que yo pudiera tener, sino que utilizando el sarcasmo, la ironía, me ofendía, dudaba de mi capacidad, me faltaba al respeto, etc .
Vivir con un Maltratador me ha dejado exahusta, en muchas ocasiones vacía, pero sobre todo, agotada. Cada día que pasa es un día que me acerca a la libertad.
Lanzo una pregunta a quien quiera responderla: ¿por qué hay muchas mujeres que permitimos que nos hagan a nosotras lo que no toleraríamos que le hicieran a una de nuestras hijas?.
Buenas madrugadas y besos ... Adelina
