MHola, les escribo para contarles mi caso. Tengo 19 años y la relación con mi madre nunca ha sido buena. Cuando yo era pequeña,mi madre entro en un cuadro de depresión que la volvió hostil y agresiva con sus hijos. Para nosotros era común que ella perdiera los estribos por cualquier cosa y nos insultara diciendonos que eramos una molestia y que ojala nos muerieramos. Cuando uno es pequeño, escuchar esas palabras de tu madre supone un golpe bastante duro. Yo lloraba mucho y eso no hacía más que enfurecer a mamá. Una tarde, no recuerdo muy bien que fue lo que hice, pero mamá se molesto a tal punto que quizo ahorcarme con la cuerda con la que yo solía jugar. Recuerdo perfectamente la sensación de la cuerda apretando mi cuello y creo que fue el grito sofocado que lance el que desperto a mamá y la hizo soltarme. Esa noche no pude dormir bien, me dió fiebre y me daba temor que mamá entrase a mi habitación. Fue ese momento cuando me juré a mi misma que no volvería a permitir que me hiciera daño, que dejaría de llorar y le haría frente. Jamás le conté a papá lo que pasó ese día. Desde ese momento desarrolle lo que yo consideraba mi otra yo. Una amiga, una hermana que era más fuerte que yo y que salia a a defenderme cada vez que me sentía en peligro. Creo que el golpe final que condujo a mamá a entender que tenía un problema fue cuando empujo con tal fuerza a mi hermano menor contra la pared, que el se dió un golpe que casi logra desmayarlo. Esa noche mamá nos pidió perdón mientras dormíamos. Recuerdo que lloraba desconsoladamente y que yo quería abrazarla pero la otra niña me decía que no, que no debía moverme.
Tiempo después Mamá empezó a tomar tratamiento psiquiatrico, pero las mejoras no eran positivas. Algunos dias se veía ansiosa e irritable y otros se perdía en sus pensamientos y nos alejaba. Con el pasar de los años empezó a mejorar poco a poco, pero a tal punto yo ya había la noción de quién era yo y quién era la otra niña. Simpre estaba alerta, esperando lo peor. No mentiré, mamá lo consiguió y pudo recuperarse. Dejó de ser agresiva y se convirtió en una madre comprensiva y amorosa. Pero yo... Yo caí. No sabía como reaccionar ante ella, su nueva forma de ser me causaba un terror indescriptible y procuraba alejarme lo más que podía de ella. Fue ahí cuando empezó mi infierno. Mientras mi padre y hermano parecían haber aceptado a la nueva mamá, yo me sentía perdida y sin noción de que hacer. Había pasado tantos años escondiendome de ella, refugiándome en la otra niña, que había olvidado como querer a mamá. En esos momentos me sentía como un cascarón vacío con una pelea interna constante por quién tomaba el control. La niña fuerte, que no lloraba por nada y que sabía defenderse o la niña asustadiza que necesitaba un abrazo de su madre.
Al final nadie ganó y termine acostumbrandome a la presencia de la otra. Mi relación con mamá mejoro y poco a poco la otra yo empezó desaparecer. Hasta que mamá recayó. Y fue como una descarga, la otra desperto de golpe y me hundió. Me volví agresiva y estaba a la defensiva siempre. Es así desde entonces. Mamá volvió a recuperarse pero yo no. Yo perdí el control y por más que intento no lastimar a mamá siempre termino haciéndolo. Me siento una fracasada total, un ser indigno, una hija fatal. Porque por más que intente llevarme bien con mamá, a los pocos días estoy hiriéndola de nuevo. Es como una cadena sin fin. Mamá se altera,yo entro en pánico, la otra aparece, hiere a mamá, la hace llorar, yo regreso, me siento culpable pero el daño ya está hecho. Tengo miedo de mi misma. Ultimamente no recuerdo lo que hago. Camino en una dirección y de repente me desconecto y aparesco en otra, haciendo algo que no recuerdo. No quiero seguir así. He pensado en irme de casa o incluso en el suicidio porque me aterroriza la idea de lastimar más a mamá. He pensado en ir a un psicólogo pero tengo miedo. Por favor necesito un consejo. Siento que estoy en una lucha constante conmigo misma y tengo miedo de perder.
