Foro / Psicología

Catarsis. Amo a mi esposo pero estoy enamorada de otro... Sufrimiento que no le deseo a nadie.

Última respuesta: 2 de octubre de 2018 a las 23:36
A
abasse_3201538
2/10/18 a las 21:41

Hace poco, leyendo el libro que me regaló Juliana de “El hombre en busca de sentido”, leí un párrafo muy interesante en donde explica el autor que parte de la belleza de la vida es el sufrimiento, porque es mediante éste  que uno mismo puede crear consciencia de que su existencia es real. Eso mismo es lo que estoy tratando de hacer en éste momento. Una de las muchas reflexiones que ese libro me ha llevado a tener es que en efecto el sufrimiento no debe de derrumbarnos por su enorme peso, sino que es mucho más fácil de soportar si en lugar de luchar contra él optamos por asimilarlo y comprenderlo, de ésta manera las desiciones tomadas para sobrellevarlo son mucho más frías y analizadas y gracias a esto las situaciones se resuelven de una mejor manera. Todo esto lo pienso y lo escribo para mí misma, por la necesidad de expresarme y de tener catarsis. Tal vez opte por borrar esto, no lo sé... pero lo que sé es que me encanta expresarme tanto que muchas veces (la mayoría tal vez) llego a ser fastidiosa con los demás. Hablo demasiado, tanto que, espero no pecar de vanidad, he pensado que una de mis múltiples habilidades podría verse reflejada quizá en escribir. Quizá yo hubiese podido ser una buena escritora (quizás no). El hecho y el punto central de estar escribiendo en éste momento es la reflexión que tuve y que menciono anteriormente por causa de mis sentimientos actuales, mismos que también creo necesario expresar. Me siento mal. Me siento desubicada ... y no necesariamente al borde de la rendición como habría optado por hacer hace tan solo un mes atrás pero sí sin saber exactamente qué hacer o cómo actuar. Es extraño porque al mismo tiempo de mi triste confusión me siento feliz por tenerla ya que es prueba fehaciente de que voy mejorando poco a poco, de que mi cerebro se hace más fuerte y de que el día de hoy se siente confundido y deslumbrado en lugar de derrumbado. Tengo tanto que agradecer a la gente a la que amo por su inmensa comprensión por mi estado pasado... porque fue muy difícil pero al final su amor por mi triunfo sobre su desesperación o frustración. Y bueno, son muchos sentimientos encontrados (amo esa frase) por que por un lado me siento triste y sin salida y por el otro lado me siento feliz y tranquila de que me ha tocado constatar mediante el amor de Dios que sí, sí hay salida, siempre la hay mientras uno siga vivo. El dinero no es lo más importante. Yo sé que no comemos aire, pero siempre va a haber qué comer. Dios provee. Me resulta muy cómico leerme escribiendo esto y es que yo soy de la idea de que una persona sabia nunca debe cerrar su mente, porque nos encontramos en un estado de aprendizaje permanente y por ello me llena también de satisfacción ser testigo de mi crecimiento personal. Hace tan solo cinco años jamás habría creído que Dios es responsable de absolutamente nada que tenga que ver con nuestra vida (salvo la creación) ya que nosotros somos dueños de nuestro propio destino, pero hoy me doy cuenta de su infinito amor y de su inteligencia para darnos lecciones y hacernos crecer y madurar. También me queda claro de que Él nos ha brindado libre albedrío y voluntad tanto de razonar y decidir como de actuar, pero también es verdad que Dios en algunas ocasiones se apiada de nosotros y sabe hasta qué punto estirar la liga para que nosotros hagamos lo correcto y hasta qué punto podremos resistir. Él nos conoce mejor que nosotros mismos y sabe cuales son nuestros límites mejor que nadie y lo mejor que nosotros podemos hacer es aprender a leer entre esos designios y descifrar cuál es la manera correcta de actuar o de sobrellevar las pruebas que se nos van presentando. Son tan extraños mis sentimientos en éste momento... porque quiero llorar de felicidad al expresarme y al leer lo que escribo y al mismo tiempo quiero soltarme a llorar de desesperación... jamás creí que una persona en verdad pudiera sentirse triste y feliz al mismo tiempo. Y es que creo que lo que pasa es que entrando en introspectiva me doy cuenta de que en realidad no es una tristeza profunda sino más bien una preocupación. Una preocupación que se ve aliviada de manera casi instantánea y muy indirecta (y sin querer cometer la equivocación de confiarme) por lo aprendido últimamente y por el consuelo y el optimismo que me han sacado a flote de nuevo. Solo espero actuar de la manera correcta. He pedido muchas veces a Dios que ilumine mi corazón y mi mente. Tengo deseos de empaparme de Él, de su amor y de su luz para actuar con inteligencia y sobriedad, para hacer lo correcto y lo que mi familia necesita. Necesito hacer honor a los dones que Él me dio. Me urge ser la mejor versión de mi misma. Es aquí en donde también entro un poco en conflicto y me veo tentada frente a lo que en el ámbito religioso conocen como “pecado”. Muero de deseos por experimentar tantas cosas... por seguir a mi corazón y a mi entrepierna hahahaha lol. De verdad es una lucha interna mía entre mi razón y mi instinto. Muero por lo hermoso que se siente llenar mi alma a través de mis pulmones con cada suspiro que hago al momento de contradecirme y de pensar en él (la persona que ha ocupado mi mente el día de hoy). Me sonrojo solo por atreverme a escribirlo, a enfrentarlo. No puedo caer en la tentación de




ceder a un enamoramiento a cambio de perder la seguridad que me brinda el verdadero amor hallado en la persona con quien comparto mi vida. Pero qué bonito se siente. Sentirse infantil, sentirse tonta, sentir la sangre concentrada en las mejillas, sonreír por nada, sonreír por su recuerdo y bajar la mirada al poner una foto suya frente a mi. Solo Dios (y tal vez nuestros difuntos) son testigos de mi amor por él. Creo que ni siquiera las personas con quienes he hablado de ello se imaginan la manera en la que me hace sentir en realidad. La última vez que lo vi me embriagué, no de alcohol sino de confianza, de amor y de la felicidad que me produjo estar frente a él sin titubear y recibiendo respuestas de su parte. Ésta misma felicidad y esperanza (que estoy consciente de que ésta última puede estar infundada) son las que me hacen ser adicta a su recuerdo y a pensar en la posibilidad de hablarle, aunque nunca lo haga. Tal vez ésta misma felicidad es una de las herramientas que me han hecho sentirme mejor, aunque lo dudo, ya que creo que la superación de mi depresión ha sido gracias a una verdadera lucha conmigo misma y hombro a hombro de mi esposo. De lo que sí estoy segura es de que probablemente una de las razones de mi tristeza sea el hecho de llevar quince años enamorada de él sin actuar. De enterarme que siempre hubo posibilidades reales de construir una realidad con él por su parte, de que tampoco él tomó acción y hoy en día que me encuentro casada... pienso todos los días en él desde siempre y el hecho de no sacarlo tal cual ni expresar a detalle con nadie mi situación me hace soñar con él todas noches y de una manera tan real y ferviente que me mantiene viva hacerlo. Vivo el martirio de un alcohólico en rehabilitación que sufre en silencio o de un sacerdote cumpliendo al pie con una vida de castidad. Nadie sabe la lucha que hay permanentemente dentro de esas personas ni dentro de mi. Y no es una queja, no. Incluso me parece romántico que Dios haya añadido este detalle a mi vida, es solo que es difícil concentrarse en llevar una vida normal con una tentación tan grande. Aunque yo sé perfectamente cuál es mi lugar en éste momento y que siempre mi familia (mi esposo y mi hija) deben ir delante de todo, incluso de mi, porque aunque vida solo hay una, son realmente pocos pero inmensos y profundos los motivos por los que vale la pena nacer y vivir y no cabe duda de que la familia está en el número uno de esa lista. Solo quiero expresar que añoro su presencia. Muero por sentir su compañía, por escuchar o pronunciar su nombre y me carcome la necesidad de oír su voz. Incluso siento brotar la necesidad de hacerle llegar con urgencia éste escrito. Pero no lo haré... no lo entendería y yo volvería a quedar como una ingenua, como una perdedora llena de fracasos y añadiendo uno más a mi lista, el peor de todos, el fracaso de alcanzarlo a él y de ser suficiente para su vida. Jamás podré comprender qué deficiencias vio en mi y jamás dejaré de maldecirlas. Jamás podré perdonarle que no pudiese aceparme tal y como soy y jamás podré perdonarme a mi misma amarlo a él más de lo que me amo a mi por necesitar ser lo que él desea. Muero por hablarte. Por besarte. Por abrazarte y que me abraces, justo como sucedió en Ixtapa. Cuando estábamos parados en la arena, con las olas del mar alcanzando nuestros pies y la noche sobre nosotros mientras me sostenías y yo te preguntaba si acaso lo que estábamos viviendo se trataba de un sueño, a lo que tú respondiste tomando mi cara para decirme a los ojos que era real. Tú, yo, el mar. De nuevo siento la sangre invadir mis mejillas pero ésta vez mis ojos se inundan por el recuerdo y mis labios se adormecen. Suspiro de necesidad y de añoranza. Solo le pido a Dios que te cuide y que la persona que haya creado para ti te ame como si fuera yo. Que de alguna manera mi amor esté presente en ella y no para estorbar sino para brindarte felicidad. Amaría verte feliz y sentirme partícipe de ello. En otra vida tal vez Dios me permita amarte sin llorar por ello. En otra vida tal vez Dios te permita amarme con plenitud. Ojalá exista otra vida porque ésta se está yendo y yo me veo sin opciones, atrapada como nunca, amándote como siempre. Deseando que surja en ti algo insostenible e intolerable que te haga pedirle a Dios consejo y Él te ilumine impulsándote con la necesidad de estar conmigo y así actúes como me gustaría que lo hicieras y me salvaras de mi martirio y mi indecisión como he soñado que lo harías. Sería el final perfecto. Pero ambos somos demasiados decentes para hacerlo. No podemos herir a nadie. Y en mi caso sería inevitable. La única salida que tenemos está en un tercero y en que él así lo decida. Pero yo jamás podría lastimarlo, así que nuestra salida se vuelve fortuita e incierta. Deseo con todo mi corazón que la oportunidad de aclarar todo esto llegue antes de que tú encuentres a otra persona o antes de que yo siga envejeciendo. Quizá lo más cómico y doloroso en todo esto es afrontar también que todo esto puede estar solo en mi imaginación. Que tú jamás me querrás y que jamás harías nada por el estilo por mi. Tal vez esa sea mi realidad. Y aún así te contemplo de lejos y aún así amo tu sonrisa y tal vez así sea hasta el día que muera. Solo me queda agradecerte por ser




amable conmigo y por reprimir acciones que demuestren tu desprecio de una manera evidente. No sé cuanto te amo, pero estoy profundamente enamorada de ti.




 

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Z
zeina_8158723
2/10/18 a las 23:36
En respuesta a abasse_3201538

Hace poco, leyendo el libro que me regaló Juliana de “El hombre en busca de sentido”, leí un párrafo muy interesante en donde explica el autor que parte de la belleza de la vida es el sufrimiento, porque es mediante éste  que uno mismo puede crear consciencia de que su existencia es real. Eso mismo es lo que estoy tratando de hacer en éste momento. Una de las muchas reflexiones que ese libro me ha llevado a tener es que en efecto el sufrimiento no debe de derrumbarnos por su enorme peso, sino que es mucho más fácil de soportar si en lugar de luchar contra él optamos por asimilarlo y comprenderlo, de ésta manera las desiciones tomadas para sobrellevarlo son mucho más frías y analizadas y gracias a esto las situaciones se resuelven de una mejor manera. Todo esto lo pienso y lo escribo para mí misma, por la necesidad de expresarme y de tener catarsis. Tal vez opte por borrar esto, no lo sé... pero lo que sé es que me encanta expresarme tanto que muchas veces (la mayoría tal vez) llego a ser fastidiosa con los demás. Hablo demasiado, tanto que, espero no pecar de vanidad, he pensado que una de mis múltiples habilidades podría verse reflejada quizá en escribir. Quizá yo hubiese podido ser una buena escritora (quizás no). El hecho y el punto central de estar escribiendo en éste momento es la reflexión que tuve y que menciono anteriormente por causa de mis sentimientos actuales, mismos que también creo necesario expresar. Me siento mal. Me siento desubicada ... y no necesariamente al borde de la rendición como habría optado por hacer hace tan solo un mes atrás pero sí sin saber exactamente qué hacer o cómo actuar. Es extraño porque al mismo tiempo de mi triste confusión me siento feliz por tenerla ya que es prueba fehaciente de que voy mejorando poco a poco, de que mi cerebro se hace más fuerte y de que el día de hoy se siente confundido y deslumbrado en lugar de derrumbado. Tengo tanto que agradecer a la gente a la que amo por su inmensa comprensión por mi estado pasado... porque fue muy difícil pero al final su amor por mi triunfo sobre su desesperación o frustración. Y bueno, son muchos sentimientos encontrados (amo esa frase) por que por un lado me siento triste y sin salida y por el otro lado me siento feliz y tranquila de que me ha tocado constatar mediante el amor de Dios que sí, sí hay salida, siempre la hay mientras uno siga vivo. El dinero no es lo más importante. Yo sé que no comemos aire, pero siempre va a haber qué comer. Dios provee. Me resulta muy cómico leerme escribiendo esto y es que yo soy de la idea de que una persona sabia nunca debe cerrar su mente, porque nos encontramos en un estado de aprendizaje permanente y por ello me llena también de satisfacción ser testigo de mi crecimiento personal. Hace tan solo cinco años jamás habría creído que Dios es responsable de absolutamente nada que tenga que ver con nuestra vida (salvo la creación) ya que nosotros somos dueños de nuestro propio destino, pero hoy me doy cuenta de su infinito amor y de su inteligencia para darnos lecciones y hacernos crecer y madurar. También me queda claro de que Él nos ha brindado libre albedrío y voluntad tanto de razonar y decidir como de actuar, pero también es verdad que Dios en algunas ocasiones se apiada de nosotros y sabe hasta qué punto estirar la liga para que nosotros hagamos lo correcto y hasta qué punto podremos resistir. Él nos conoce mejor que nosotros mismos y sabe cuales son nuestros límites mejor que nadie y lo mejor que nosotros podemos hacer es aprender a leer entre esos designios y descifrar cuál es la manera correcta de actuar o de sobrellevar las pruebas que se nos van presentando. Son tan extraños mis sentimientos en éste momento... porque quiero llorar de felicidad al expresarme y al leer lo que escribo y al mismo tiempo quiero soltarme a llorar de desesperación... jamás creí que una persona en verdad pudiera sentirse triste y feliz al mismo tiempo. Y es que creo que lo que pasa es que entrando en introspectiva me doy cuenta de que en realidad no es una tristeza profunda sino más bien una preocupación. Una preocupación que se ve aliviada de manera casi instantánea y muy indirecta (y sin querer cometer la equivocación de confiarme) por lo aprendido últimamente y por el consuelo y el optimismo que me han sacado a flote de nuevo. Solo espero actuar de la manera correcta. He pedido muchas veces a Dios que ilumine mi corazón y mi mente. Tengo deseos de empaparme de Él, de su amor y de su luz para actuar con inteligencia y sobriedad, para hacer lo correcto y lo que mi familia necesita. Necesito hacer honor a los dones que Él me dio. Me urge ser la mejor versión de mi misma. Es aquí en donde también entro un poco en conflicto y me veo tentada frente a lo que en el ámbito religioso conocen como “pecado”. Muero de deseos por experimentar tantas cosas... por seguir a mi corazón y a mi entrepierna hahahaha lol. De verdad es una lucha interna mía entre mi razón y mi instinto. Muero por lo hermoso que se siente llenar mi alma a través de mis pulmones con cada suspiro que hago al momento de contradecirme y de pensar en él (la persona que ha ocupado mi mente el día de hoy). Me sonrojo solo por atreverme a escribirlo, a enfrentarlo. No puedo caer en la tentación de




ceder a un enamoramiento a cambio de perder la seguridad que me brinda el verdadero amor hallado en la persona con quien comparto mi vida. Pero qué bonito se siente. Sentirse infantil, sentirse tonta, sentir la sangre concentrada en las mejillas, sonreír por nada, sonreír por su recuerdo y bajar la mirada al poner una foto suya frente a mi. Solo Dios (y tal vez nuestros difuntos) son testigos de mi amor por él. Creo que ni siquiera las personas con quienes he hablado de ello se imaginan la manera en la que me hace sentir en realidad. La última vez que lo vi me embriagué, no de alcohol sino de confianza, de amor y de la felicidad que me produjo estar frente a él sin titubear y recibiendo respuestas de su parte. Ésta misma felicidad y esperanza (que estoy consciente de que ésta última puede estar infundada) son las que me hacen ser adicta a su recuerdo y a pensar en la posibilidad de hablarle, aunque nunca lo haga. Tal vez ésta misma felicidad es una de las herramientas que me han hecho sentirme mejor, aunque lo dudo, ya que creo que la superación de mi depresión ha sido gracias a una verdadera lucha conmigo misma y hombro a hombro de mi esposo. De lo que sí estoy segura es de que probablemente una de las razones de mi tristeza sea el hecho de llevar quince años enamorada de él sin actuar. De enterarme que siempre hubo posibilidades reales de construir una realidad con él por su parte, de que tampoco él tomó acción y hoy en día que me encuentro casada... pienso todos los días en él desde siempre y el hecho de no sacarlo tal cual ni expresar a detalle con nadie mi situación me hace soñar con él todas noches y de una manera tan real y ferviente que me mantiene viva hacerlo. Vivo el martirio de un alcohólico en rehabilitación que sufre en silencio o de un sacerdote cumpliendo al pie con una vida de castidad. Nadie sabe la lucha que hay permanentemente dentro de esas personas ni dentro de mi. Y no es una queja, no. Incluso me parece romántico que Dios haya añadido este detalle a mi vida, es solo que es difícil concentrarse en llevar una vida normal con una tentación tan grande. Aunque yo sé perfectamente cuál es mi lugar en éste momento y que siempre mi familia (mi esposo y mi hija) deben ir delante de todo, incluso de mi, porque aunque vida solo hay una, son realmente pocos pero inmensos y profundos los motivos por los que vale la pena nacer y vivir y no cabe duda de que la familia está en el número uno de esa lista. Solo quiero expresar que añoro su presencia. Muero por sentir su compañía, por escuchar o pronunciar su nombre y me carcome la necesidad de oír su voz. Incluso siento brotar la necesidad de hacerle llegar con urgencia éste escrito. Pero no lo haré... no lo entendería y yo volvería a quedar como una ingenua, como una perdedora llena de fracasos y añadiendo uno más a mi lista, el peor de todos, el fracaso de alcanzarlo a él y de ser suficiente para su vida. Jamás podré comprender qué deficiencias vio en mi y jamás dejaré de maldecirlas. Jamás podré perdonarle que no pudiese aceparme tal y como soy y jamás podré perdonarme a mi misma amarlo a él más de lo que me amo a mi por necesitar ser lo que él desea. Muero por hablarte. Por besarte. Por abrazarte y que me abraces, justo como sucedió en Ixtapa. Cuando estábamos parados en la arena, con las olas del mar alcanzando nuestros pies y la noche sobre nosotros mientras me sostenías y yo te preguntaba si acaso lo que estábamos viviendo se trataba de un sueño, a lo que tú respondiste tomando mi cara para decirme a los ojos que era real. Tú, yo, el mar. De nuevo siento la sangre invadir mis mejillas pero ésta vez mis ojos se inundan por el recuerdo y mis labios se adormecen. Suspiro de necesidad y de añoranza. Solo le pido a Dios que te cuide y que la persona que haya creado para ti te ame como si fuera yo. Que de alguna manera mi amor esté presente en ella y no para estorbar sino para brindarte felicidad. Amaría verte feliz y sentirme partícipe de ello. En otra vida tal vez Dios me permita amarte sin llorar por ello. En otra vida tal vez Dios te permita amarme con plenitud. Ojalá exista otra vida porque ésta se está yendo y yo me veo sin opciones, atrapada como nunca, amándote como siempre. Deseando que surja en ti algo insostenible e intolerable que te haga pedirle a Dios consejo y Él te ilumine impulsándote con la necesidad de estar conmigo y así actúes como me gustaría que lo hicieras y me salvaras de mi martirio y mi indecisión como he soñado que lo harías. Sería el final perfecto. Pero ambos somos demasiados decentes para hacerlo. No podemos herir a nadie. Y en mi caso sería inevitable. La única salida que tenemos está en un tercero y en que él así lo decida. Pero yo jamás podría lastimarlo, así que nuestra salida se vuelve fortuita e incierta. Deseo con todo mi corazón que la oportunidad de aclarar todo esto llegue antes de que tú encuentres a otra persona o antes de que yo siga envejeciendo. Quizá lo más cómico y doloroso en todo esto es afrontar también que todo esto puede estar solo en mi imaginación. Que tú jamás me querrás y que jamás harías nada por el estilo por mi. Tal vez esa sea mi realidad. Y aún así te contemplo de lejos y aún así amo tu sonrisa y tal vez así sea hasta el día que muera. Solo me queda agradecerte por ser




amable conmigo y por reprimir acciones que demuestren tu desprecio de una manera evidente. No sé cuanto te amo, pero estoy profundamente enamorada de ti.




 

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