¿Cómo saber cuándo una etapa ha finalizado y no seguir insistiendo majaderamente en continuarla?
Algunos indicadores de término son: el desgaste, el aburrimiento, la saturación o la inercia, pero a la inversa, la resistencia al cambio o el apego a todo aquello que consideramos indispensable y perdurable nos lleva a aferrarnos con dientes y uñas a todo lo que nos rodea. Nos apegamos a lo material, a los afectos, a los lugares conocidos, a las destrezas laborales, a la seguridad, al barrio, al auto, a ser como siempre hemos sido a fin de cuentas, a la vida entera.
Todo acto, situación o proceso humano lleva una fecha de duración impresa en alguna parte, como la fecha de vencimiento de un yogur, pero hay que saber descubrirla.
Yo les recomiendo que cada cierto tiempo nos detengamos a reflexionar acerca del grado de apego que hemos cultivado con todo aquello que nos importa. Espacios físicos, trabajo, prestigio, amores, dinero, y para qué seguir. Alguien me decía el otro día que la felicidad sólo se logra cultivando el desapego y perdiéndole el miedo a la muerte. Aprendámoslo antes que se nos haga demasiado tarde.
(lo saque de una columna del periodico)