En este apartado del foro nos expresamos personas que nos encontramos en encrucijadas, que no vemos cómo superar los problemas. Probablemente se os ha pasado por la cabeza ese pensamiento de terminar con todo. No hablo de terminar con los problemas, sino de terminar con nuestra vida. Porque abandonar este mundo no significa acabar con los problemas.
Por esa razón veo conveniente exponeros algo que, cuando esa idea ronda por nuestro interior, probablemente no nos detenemos a pensar demasiado: Los que se quedan.
Nos centramos tanto en nuestro dolor que somos incapaces de ver el resto del mundo. Simplemente es como si la luz se nos apagara.
Yo espero ayudaros y con que os detengáis a leer esto me doy por satisfecha. Porque como la hija de alguien a quien su dolor le abrumó tanto que no encontró otra salida os puedo contar cómo duele. Yo por entonces no me creía eso de que el corazón duele. Lo descubrí una tarde de sábado a las seis y media. Os digo así para que os deis cuenta de hasta qué punto puede marcar un suicidio. Sentía un vacío abrumador y aunque van pasando años sé que lo seguiré sintiendo.
Él nos contó de sus intenciones y no quisimos creer que eran ciertas. Es más, probablemente él tampoco estaba seguro de hacerlo. Cuando me lo contó no supe qué decirle, quizás por el shock del momento me mostré inexpresiva y frecuentemente me siento culpable por no haber hecho algo más, por no saber qué decir ni reaccionar, aun sabiendo que nadie tiene la culpa.
Comprendo su dolor, sabiendo que nadie puede comprender realmente el calvario de otra persona por mucho que intente ponerse en su lugar, a pesar de que probablemente él terminó con su tormento pero aquí continuamos hijos, hermanos, padres, sobrinos y un montón de gente que le recuerda, y todos los que desde entonces dejó por conocer.
A menudo a mí también me atormenta esa opción, mas sabiendo que el cincuenta por ciento de mi sangre podría hacerlo. Recurro a pensar en las personas que me quedan, que no se merecen volver a pasar por el sufrimiento de que una persona se suicide. O en los obstáculos que continuarían aunque yo no estuviera. Y ¿sabéis? me parece un poco patético confesarlo pero una de las pocas razones por las que continúo es por mi gato. Pero pensándolo bien, es preferible encontrar una pequeña razón para seguir que no encontrar ninguna.
Asique, después de haberos soltado esta parrafada, me despido diciendo que si se os apaga la luz posiblemente tengáis a mano un mechero, o la tenue luz de una vela, pero que busquéis para que la total oscuridad no os invada.
Yo no te conozco, pero ya te quiero.