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"Las personas muy dependientes viven para el amor. Según Carlos Sirvent, "viven por y para una obsesión fijativa", porque asegura que no es una obsesión en la que el otro tenga protagonismo, ya que una persona obsesionada por el amor no quiere al otro o la otra sino a una imagen, a una sublimación de la imagen del otro. "Es una pseudoidealización, es obsesiva, intolerante, acompañada de sentimiento de estar atrapado y atado en la relación y, al mismo tiempo, atrapan ellos al otro. Es lo que se conoce como apego patológico o atadura patológica", precisa.
Según afirman los expertos aquí consultados, esta adicción se da principalmente en las mujeres, quienes tienen una dependencia emocional más fuerte
Esta adicción se da principalmente en las mujeres, quienes tienen una dependencia emocional más fuerte
"El adicto o adicta al amor -indica el psiquiatra- se enamora de una y otra persona, pero no cierra las relaciones. Está enamorado o enamorada de todas las parejas. Va de flor en flor y la persona se queda prendada y fracasada en todas las relaciones. Es un fracasado relacional y esto hace que repita con sucesivas parejas comportamientos similares sin llegar a conocer a la otra persona. Proyectan en la otra persona lo que buscan, pero en el fondo desconocen a la persona de la que creen estar enamorados".
Lo más característico de este tipo de enamorados o enamoradas es su miedo a estar solos y el profundo dolor que les produce la ruptura con su pareja, hasta el punto de quedar, según Sirvent, "marcado a fuego el dolor por la pérdida". "El miedo a la pérdida, a la soledad, es algo que no soportan. Viven tan sometidos a la proyección de esa imagen que para no perderla son capaces de humillarse, de entregarse a la otra persona, de coger el teléfono móvil y llamar constantemente", detalla.
El psicólogo Jorge Castelló también confirma el "gran terror" que las personas dependientes sienten, a la par que una baja autoestima y una necesidad afectiva muy fuerte, que es lo que les obliga a buscar una pareja que satisfaga esta necesidad. Confirma que se trata de personas muy sumisas, que buscan continuamente agradar a sus parejas y siempre tienen la sensación de que la relación se puede romper. "Son muy inseguras en cuanto al mantenimiento de la misma, porque la necesidad afectiva de la otra persona es muy grande. Además, cuando no tienen una relación la obsesión se concentra en la pareja anterior, a la que pueden continuar bombardeando con mensajes, llamadas o incluso encuentros sexuales, o bien se obsesionan por otra persona que entienden podría ser un buen candidato", explica Castelló para referirse a una situación en la que la persona dependiente suele tener preferencia por las parejas egoístas, distintas, muy seguras de sí mismas e incluso hostiles. "En definitiva, personas a las que encumbran por ser consideradas muy distintas al resto y que precisamente son lo contrario de lo que son ellos mismos", afirma.
Para este experto la felicidad sólo existe en las primeras fases de la relación, cuando se da un proceso de mucha euforia y la pareja muestra lo mejor de sí misma. Sin embargo, recalca que esta situación "dura muy poco" y que el desequilibrio entre el dependiente y su compañero genera un gran deterioro. "No obstante, lo que más teme el dependiente no es dicho deterioro sino la ruptura, por nefasta que sea la relación",
Rasgos comunes
El perfil que comparten quienes padecen obsesión u adicción al amor son los siguientes:
Necesitan excesivamente la aprobación de los demás y caerles bien.
Sienten una baja autoestima, debido a que han sufrido relaciones afectivas insatisfactorias a lo largo de su vida.
Sitúan a la pareja en el primer lugar de su vida, con muchísima diferencia.
Se ilusionan y fantasean enormemente al comienzo de una relación o con la aparición de una persona que creen interesante.
Suelen adoptar posiciones subordinadas en las relaciones.
La ruptura les supone un auténtico trauma, pero sus deseos de tener una relación son tan grandes que buscan pronto a otra persona.
No siempre son selectivos porque les urge tener una pareja.
Buscan una posición dominante en la pareja.
"Quien reúna estos síntomas debe acudir a un profesional de la salud mental para realizar una psicoterapia, que debe comenzar analizando la situación actual: por ejemplo, si el dependiente está en una relación muy desequilibrada y enfermiza, hay que pensar en equilibrarla, si es posible, o incluso en prescribir una ruptura. La mejor forma de trabajar con estas personas es mientras están sin pareja, para que poco a poco recobren su autoestima ayudándose de nuestro trabajo: el gran objetivo es éste y establecer una pauta de equilibrio en sus futuras relaciones de pareja, en la que en lugar de idealizar y someterse al otro tengan la exigencia afectiva que todos debemos tener", concluye Jorge Castelló.