Resulta que hace varios años caí en una grave depresión hasta el punto de intentar suicidarme. Lo intente muchas veces, la última vez casi lo logro inyectándome tres frascos de insulina, lo cual me dejo tres días en coma.
Estando en terapia intensiva, mi mama estaba desesperada porque los médicos decían que lo más probable era que yo no sobreviviera, así que como única alternativa, mi madre se entregó a Dios con la esperanza de que yo me salvara. En cuanto a mi padre, a él un día llegaron unos desconocidos diciendo que ellos sabían el momento tan difícil por el que estaban atravesando, le decían que había ángeles alrededor de mí cuidándome, y ahí fue donde mi papa se entregó a Dios.
Cuando desperté del coma, mis padres me contaron todo lo que sucedió, y me dijeron que si estaba viva, era gracias a Dios, obviamente yo no les creí, ya que en ese momento yo era atea. Después de salir del hospital, mis padres querían que me congregara en una iglesia, pero yo todavía estaba renuente a la idea.
En cuanto a mis estudios, al ser aún menor de edad, me dieron la libertad de hacer mis tareas desde casa, así que mi papa solo tenía que llevar mis trabajos personalmente al colegio. Todo esto era los padres de los demás estudiantes no estaban de acuerdo en que estuviera cerca de sus hijos estando tan inestable mentalmente.
Y hasta cierto punto era verdad, estaba inestable por mi frustración de haber fracasado al intentar quitarme la vida. Por eso, desde el momento en que salí del hospital mi familia me llevaba al psiquiatra para que evaluara mi estado mental. Estaba triste y hostil todo el tiempo, no quería comer, no quería estudiar, y hasta les guardaba cierto rencor a mis padres por no haberme dejado morir.
Yo estaba segura que me esperaba un futuro muy incierto; siempre tuve baja autoestima y por eso no me sentía capaz de lograr tener una carrera, de casarme, formar una familia, etc. Fue esa misma desmotivación por la vida la que me llevo a fingir estar loca; estaba deprimida, eso está claro, pero había veces en que exageraba las cosas para la llamar atención de mis padres. Mi había aferrado a la idea de que ellos serían mi única tabla de salvación; no quería estar sola, quería sentirme protegida.
El psiquiatra me diagnostico esquizofrenia, pero tiempo después se retractó diciendo que padecía bordenline. Mi familia por la desconfianza hacia ese médico, decidieron llevarme con otro psiquiatra, el cual me diagnostico bipolaridad tipo 1.
Actualmente me encuentro estable, sé que no estoy enferma, pero mis padres creen que mi progreso se debe a que me llevaron con otro psiquiatra. Pero solo yo conozco la verdadera razón, y ahora me arrepiento de haberles hecho creer a todos semejante mentira.
He aceptado a Dios como mi salvador, y sé que a él no le agradan los mentirosos. ¿Creen que debo sincerarme con mi familia aun sabiendo lo que se me vine encima? Yo amo a mi familia, pero más amo a Dios, y sé que ante todo debo hacer lo correcto.
¿Qué me aconsejan?
Por cierto, soy cristiana evangélica.
