Vínculos emocionales
Nancy ÁlvarezDomingo, 25 de junio de 2006
Cuando hablo de vínculos emocionales, veo en las caras duda; no están seguros de lo que estoy diciendo.
Si es con un hombre, él me dice que es un buen proveedor para su mujer e hijos y para muchos, eso es tener un vínculo. Si estoy hablando con una mujer, inmediatamente comenzará a enfocarse en su función de dar. Dirá que ella cuida a sus hijos y esposo, les da de comer, limpia sus cosas, está atenta a sus citas médicas, etc., y quizás hable de darles afecto. Las mujeres están un poco más cerca de la realidad, pero aún perdidas; creen que un vínculo es sólo dar y cuidar a los que aman.
La realidad es que la vinculación comienza con nuestro nacimiento, y ésta tiene mucho que ver con la sexualidad. Esos primeros minutos que transcurren después del nacimiento y cuando le entregan el niño a la madre son vitales. Ahí comienza la relación entre los dos, la cual incidirá fuertemente en la salud sexual y afectiva de ese pequeño; aprenderá a quererse, a sentirse a salvo, a amar la vida y a los demás.
Así podemos definir, en este caso, la vinculación como la cantidad de conexión física y emocional que se da entre ellos. De ahí la importancia de que tan pronto nazca, sea colocado sobre el pecho materno para escuchar los latidos del corazón que oyó mientras estuvo en el útero y que le dan paz.
El nacimiento es sumamente difícil porque después de nacer quedan ansiosos por un tiempo.
Hoy sabemos que la calidad de la relación con la madre se encuentra íntimamente ligada a la capacidad de estar cerca de un ser humano sin miedos, de confiar, entregarse y sobre todo, determina la capacidad de disfrutar la sexualidad.
En la infancia es cuando el niño percibe el elemento más importante de la sexualidad: el tacto, con el que expresamos nuestro afecto, nos conectamos con otra persona y es una parte fundamental de la intimidad. Poder tocar y ser tocado en libertad, es la base de una sexualidad sana y gratificante; todo padre debe contribuir a que su hijo desarrolle esta capacidad.
Cuando el niño puede tocar, oler y sentir la voz y presencia de sus padres, siente que está a salvo, que es amado, bienvenido y querido. A mayores caricias, mayor el vínculo.
Poder crear y mantener vínculos de afecto es una destreza que los adultos deben comprender y practicar.