Cuando era joven y hacía mucho ejercicio era la adoración de cualquier madre, tía, abuela que le gustara dar mucho de comer. Es un acto de amor, de cuidado. Cambiarlo o hacerle entender que estás satisfecha será imposible.
Ahora no como tanto, y podría incomodar a alguien rechazando su comida. A lo mejor ya intentaste algunas de estas ideas pero con una que otra podría mejorar algo. Comer lento desde el principio (a ver si con comida en el plato insisten menos). Si puedes sírvete tú misma pequeñas porciones (así no te sirven tanto y consideran que ya lo comiste). Alabar en la justa medida los platillos (un equilibrio difícil, si lo alabas lo suficiente te servirán más), tal vez sea mejor alabarlo en el primer bocado. Aprovechar el estómago de tu pareja, ¿me ayudas? Si sabes cuál es el úl!@#*! platillo o el postre decir que le estás guardando espacio porque se ve que estará delicioso. También puede aplicar para el siguiente platillo, con suerte hasta te podrías saltar alguno. El humor. Una y otra vez me ha resultado ante la pregunta de ¿que gustas, qué te traigo...? "¡Otro estómago! Está delicioso pero ya no me cabe nada más" dicho con alegría. Trucos de magia, no literalmente, desviar la atención fuera de ti, a veces puede bastar con enfocarte en la plática, quien te presta atención a ti facilmente le prestará atención a lo que tú le estás prestando atención. Preguntar la receta o tips de cocina o que cual es el secreto, mostrar mucho interés (genuino) en la comida, a lo mejor así se satisfacen dandote información de la comida y no comida.
Si hubiera una concuña simpática (e igual de aburrida) para que salieran juntas a pasear y conocer seguramente no estaría escribiendo esto. Tal vez haya una prima, una sobrina con quien pudieras pasar tiempo o hacer complot para que las saquen. Una cómplice.
Eres tímida, te cuesta platicar. Tal vez lo más fácil sería preguntar. Con unas cuantas preguntas sobre lo que están platicando te sentirás y te sentirán dentro de la plática. Préstales atención, pregunta algún detalle. Las anécdotas que impliquen a tu marido pueden ser una excelente fuente y si lo avergüenzan mejor. Ellos las han platicado una y otra vez y lo disfrutan mucho.
Creo que ya se me ocurrió la mejor idea. Una larga caminata después de la comida, con quien quiera ir, si es tu esposo mejor. Bajas la comida, sales a conocer aunque sea a unas cuantas cuadras y suficiente ejercicio te subirá el ánimo.
Lo que más disfruta tu esposo, lo que más disfruto yo, es estar con la familia, a eso se regresa al hogar familiar. Con un poco de cambio te sentirás mucho mejor. Tu marido aprecia mucho que estés ahí.