Confieso mi culpa de cierta vez haber contestado malamente a mi, entonces, esposa.
La pregunta era simple y no merecía mi actitud, ¿qué se te antoja / quieres comer?
En actitud de berrinche no le quise contestar qué quería, porque al final no hacía ninguna de las cosas que yo sugería (y yo me había hecho ya ilusión).
Afortunadamente luego de mi pataleta pudimos hablar. A pesar de no seguirlas mis sugerencias le ayudaban a inspirarse sobre qué cocinar. Seguí colaborando, así y cocinando también yo mismo, y también incluía ella alguno de los platillos precisos sugeridos.
¿Podrá haber pasado algo por el estilo? Que haya un entusiasmo disparejo y falta de comunicación.
Por cierto si se han organizados, como yo lo estaba en la etapa de la anécdota, de forma que él sale a trabajar y tú te quedas a cargo de la casa es muy probable que ambos deseen justo lo opuesto. Uno quedarse en casa y otro salir precisamente de ahí.