Foro / Psicología

No le puedo olvidar, a veces pienso en acabar con mi vida,

Última respuesta: 15 de julio de 2017 a las 6:38
U
umaro_6534663
15/7/17 a las 4:19

Mi nombre es Brenda, soy nueva en el foro y necesito ayuda, URGENTE...Espero que alguien allí este pasando, o haya pasado por algo así, que me aconseje...es un poco largo pero espero que alguna personita sea capaz de leerlo y darme una ayuda

Desde pequeña he crecido en una familia que ha mantenido un sistema de maltratos. Desde que tengo memoria, mi madre me ha tratado de la peor manera posible, de maneras en que una madre nunca podría tratar a una hija que ama. Mi corazón creció con un vacío inmenso, sumandole a ello que desde los 6 a 8 años más o menos, sufrí de abusos sexuales que siguen vívidos en mi memoria...¿En este mundo es una locura ser mujer? Si naces mujer sufres de por vida una condena.  
Siempre, desde pequeña, he sabido que poseo un don y ese es mi capacidad intelectual. Es abrumador. Crecí, por ende, evadiendo mi realidad entre libros, eran mi refugio, allí podía ser una y mil personas a la vez. Ello me trajo beneficios, y a la vez, consecuencias: me hicieron un bullying terrible a mis 9 o 10 años, por mi inteligencia y por el cariño que me tenían. Hasta ese entonces, era una chica bastante extrovertida, pero tras ello me tuve que ir del colegio y me encerré en mi misma. Llegué a una nueva escuela, allí hice unos cuantos amigos y mi vida fue cada vez mejor, pero hasta mis días actuales siempre he llevado sobre mi una cruz que me marca: siempre he levantado envidia por doquier, así que en mi colegio nuevo también se me declararon unas pocas chicas como mis "enemigas", sin embargo, más allá de ello no me hicieron daño. Conocí gente buena, entre ellos, un chico que se convirtió en un amigo, él era mi mejor amigo, eramos muy pequeños. Se llamaba Victor. Estabamos el uno para el otro en aquella pre-adolescencia. Nos la pasabamos cantando, riendo y bailando, el mundo nos sonreía al estar juntos. El maltrato de mi hogar y el odio que solían tener unas cuantas chicas a mi alrededor no me importaban, al fin me resbalaban. Andabamos de la mano, reíamos como niños (lo eramos) y eramos nuestros confidentes. Con el paso del tiempo todo va cambiando, crecimos mi amigo y yo pero la amistad seguía allí. Muy pronto la pubertad llegó y en mí comenzaron a florecer pajarillos. Me enamoré de un chico. Se llamaba Ignacio. Victor estaba triste por mi relación con Ignacio pero, realmente, no me importó. Estaba viviendo mi paraíso personal. Ignacio era todo para mi, y yo lo era todo para él. Teníamos 14 años, y él me hacía feliz. Era atento, me daba cariño y amor, y claro, yo estaba ilusionada, después de todo era mi primer amor. Saliamos, bailabamos, veíamos películas, jugabamos, nos ibamos días completos a la playa y en la noche me llevaba a comer lo que yo más amaba: comida italiana. Era como en un cuento. Cuando llevabamos 5 meses, ocurrió algo que me marcó y que, en realidad, no se lo deseo a nadie. Un día como cualquiera, estabamos jugando en su casa (en el televisor, esos jueguecitos de play). Me comenzó a besar y a tocar como nunca antes me había tocado, estaba parada frente al televisor y él llego de la nada tras de mi. No le dije que me gustaba, pero tampoco le frené, no me moví, no lo detuve. No hablé, no pensé. Mi mente estaba en blanco y creo que fue producto de los abusos sexuales a los que me vi sometida de pequeña. Tocaba mi cuerpo con deseo, con pasión, restregaba su sexo contra mi. Yo lo sentía deseoso y duro, exigente, desenfrenado. Loco de excitación. Yo, juro por Dios, que en ese momento no era yo, sentía que mi cuerpo no me pertenecía. Me mantenía quieta, era un maniquí, mis ojos bien abiertos, sus manos en mi cuerpo, en mis senos, en mi sexo. Yo no sentía mi respiración, veía sin ver. No era capaz de nada, no temblaba, no le decía que parace. Hasta el día de hoy creo que fue mi culpa. Debía detenerle, pero no lo hice. Nunca le detuve. Era un pez, cuando le sacan del agua y agoniza. Mme puso sobre su cama, sacó mi ropa, y yo sentía un lobo de aire en mi pecho, veía el techo. Blanco, era todo blanco. Abrió mis piernas y besó mi sexo. Apreté las sábanas, primera reacción. Subió y vio mi rostro, "no estés tensa, te va a gustar, pronto vas a disfrutar", abrí mis ojos y quise decirle que no, lo juro, fue la segunda reacción. Pero no le detuve. Entro muy fuerte y rapido en mi, y dolió como un demonio. Grité de dolor y le empujé muy fuerte. Sentía asco y tristeza, mil sentimientos y mil pensamientos. Tomé mis cosas al fin, me vestí tapando las partes apropiadas y que, en su cegado deseo desnudó, hasta salir de su casa. Corrí, corrí fuerte y me sentía extraña. Tal vez no corría, cojeaba. Ardía mucho. Llegué a mi casa y me bañé. Creo que la nula excitación y la falta de deseo mantenían muy poca lubricación allá abajo, por lo que algún tipo de desgarro me produjo. Sangré 8 días en cantidades moderadas, comenzó justo cuando entró en mi y le empujé y no contesté sus mensajes hasta ese entonces. Que le perdonara, que no sabía, que yo le provocaba, que le calentaba, que no lo detuve. Que era mi culpa. Y lo creí, y lo sentí, y lo perdoné. 
Pasaron los días y no dejé que me tocara más, era conciente de que ya estaba preparada para decir "no" si la ocasión se volvía a presentar, aunque claro, tomé la precaución de no volver a su casa. A los 6 meses de relación, comencé a notar actitudes muy extrañas. Sus amigos me odiaban, me recriminaban y decían que pasaba todo el día conmigo, sin embargo, eso no era así, porque a ellos les decía que estaba conmigo, y a mi me decía que estaba con sus amigos. Así, indagando, fue como supe qué era lo que le tenía tan perdido: drogas. Se drogaba, y se volvía loco. Marihuana y coca, decían por ahí. ¿Cómo el hombre que yo creía conocer tan bien, se podía drogar así? Dios, eramos a penas unos mocosos y su familia se lo permitía, y yo le creía sus mentiras. Peligrosamente se internó en el mundo de las drogas, y muy pronto comenzó a golpearme. Primero, tomaba mis brazos y los moreteaba. Después, eras pellizcos duros, y muy pronto ya eran puñetazos. Fue mi culpa, yo se lo permití.  Era un circulo vicioso: golpe, perdón, luna de miel; golpe, perdón, luna de miel; golpe, perdó, lun...
Otras actitudes comenzaron a mostrar una nueva verdad. Olores de perfumes, extraños mensajes, su lejanía. Bastó ingresar a mi facebook, que casi nunca frecuentaba, para ver allí un mensaje de una chica: el muy poco hombre me engañaba, y ella lo confirmaba pero, muy pronto, le creí a él. Era mi novio y ella no tenía pruebas. Hasta que llegó una nueva chica, un nuevo mensaje y esta vez, sí tenía pruebas. Ignacio ya no tenía excusas, sus golpes me hartaban y decidí salir de allí. Lo logré, salí de alli. No más ignacio, nunca más. Sus golpes habían matado el amor. 
Pasaron unos cuantos años más y yo vivía sumergida en mi dolor y en mi soledad. No lo quería, ni lo extrañaba, ni nada. Solo estaba muy herida y creía que no podría encontrar el amor nuevamente. Tampoco lo buscaba, estaba enfocada en mis estudios.
Victor seguía allí, nos habíamos distanciado tras la relación con Ignacio, pero de nuevo comenzamos a formar lazos. Ya no eramos niños y estabamos a meses de ser adultos. Nos queríamos, eramos buenos amigos. Yo temía mucho estar con alguien más, mis amigas me empujaban a que estuviese con alguien, me animaban, pero yo no quería ni podía, el miedo era más fuerte. Ya llevaba 3 años en absoluta y completa soledad, había rechazado a unos cuentos chicos y me sentía feliz así. Tal vez no feliz, pero sí "segura". Victor se esmeraba en estar junto a mi, me decía cosas muy bellas y me daba cariño. Yo le había explicado el porqué a mi rechazo hacia él, y me juró no ser así. Y yo con lágrimas en mis ojos le abrí mi corazón, pensé que aquellos largos años de amistad y de enamoramiento de él hacia mi eran una "señal" de que sería el hombre de mi vida. ¿Qué otro chico esperaría a que pasaran muchos años y seguiría enamorado de mi?  Yo estaba ilusionada. Le quería. Estaba feliz. Una noche, decidimos ser más que amigos y nos besamos. Comenzamos una relación y yo en un comienzo era bastante reservada con respecto a mis emociones. Me costaba acariciarlo o besarlo, pero al pasar el tiempo ello se derrumbó y mi amor por el se sentía como miel en mi pecho. Lo veía y veía mi vida. Comencé a vivir, a respirar, y a levantarme cada mañana solo por él. Era el centro de mi universo. Los planetas giran alrededor del sol, viciadas en su atracción. Y él era mi sol, yo giraba en torno a él, era mi equilibrio, mi felicidad y mi amor. Los días de dolor y tristeza habían quedado atrás, yo volvía a confiar, mi corazón le pertenecía a alguien. Lo que sentí por Ignacio fue enamoramiento, ilusión y haditas. Fue tan fácil dejar de quererlo. Pero con Victor fue distinto. Era amor. Era como la miel.
Por el primer mes supe que se escribía con una chica que le ofrecía sexo, y cuando lo pillé, muy dolida, me lo tuvo que confesar. Me dijo que no la conocía, que no era nadie, que me amaba, que no le hablaría más. Y le creí. No podía echar aquello que sentía por él, tan facilmente, a la basura. Sinceramente, le iba mal en los estudios. Comenzó a pedirme favores. Que háceme los deberes, que dame la tarea, que dame las respuestas, que haz esto, que haz aquello. Y claro. Lo hice, tonta y enamorada, lo hice. Ahora lo veo tan claro y no puedo dejar de sentirme manipulada e ingenua. Tan niña.
Al pasar el tiempo, una noche, hicimos el amor. Yo lo considero mi primera vez. Allí sentí, fui feliz, fue hermoso. Más lo amé. Lo amaba tanto, a tal punto, que dolía tanto amor en el pecho. Era hermoso estar entre sus brazos y que entrara en mi, me volvía loca. Al fin era amada, estar así era mantenerme en el paraíso. Vivía una historia de amor, como en mis libros. A veces despertaba en la noche y estaba dormido y denudo a mi lado, veía su rostro, y aunque suene morboso, examinaba su cuerpo y me parecía un hombre hermoso. Su nariz, sus ojos y su boca eran maravillosos. Entonces me inclinaba y lo besaba. Sus parpados temblaban suavemente, y yo solo le decía "te amo mi niño, te amo". Me recostaba a su lado y volvía a dormirme en paz.
Poco a poco comenzó a existir el maltrato y la violencia en la relación. Tenía amigas, y siempre me decía "tal chica es mi amiga, perro yo creo que me mira de otra manera" "me dijeron que mi amiga está enamorada de mi, el otro día rozó mis manos" "Una chica se me acercó y me pidió el número, dijo que le gustaba". Fui débil. Sus comentarios me comenzaron a enfermar de celos. Nunca tenía amigas, según él, solo tenía "amigas que lo amaban y que se le ofrecían". ¿Por qué desconfiar de él si era mi novio? Yo le creía. Con esos comentarios me dañaba, pero yo no veía que el "enemigo" era él en realidad. Me decía celosa, comenzó a encontrar en mi todos los defectos habidos y por haber.  
Siempre escondía su celular. Dormía sobre él, no me permitía ni ver la hora, ni escuchar música, ni nada. Siempre lo mantenía lejos de mi. 
Comenzó poco a poco a mostrarse distinto, más aprovechador, más distante, más manipulador. Jugaba con mi mente. 
Se hizo una nueva amiga, y no tardó en decirme en una ocasión, después de hacer el amor, que estaba enamorado de ella. Había sido cariñoso, tierno, atento, caí entre sus brazos, y tras el climax, me empujó a un lado, se dio vuelta y se alejó de mi cuerpo como si yo le diera asco para decirme a continuación que ella le gustaba y que estaba enamorado. Sentí un dolor tan enorme en mi pecho, tan fuerte, tan agudo. Lloré a su lado, tapando mi cuerpo con verguenza, y le dije que por favor no, que no me hiciera daño porque en el pasado ya me lo habían hecho, que me amara como lo amaba, que no fuera así porque había arriesgado todo por él (no me fui nunca con otro, solo con él porque realmente me sentía ilusionada). Me dijo que no me amaba. Se durmió y yo no pude dormirme, lloré a su lado toda la noche y no le importó. A la mañana siguiente terminó conmigo y me fui hecha trizas de su casa. Me sentía rota, sin su amor yo no era nada ni nadie. Estaba flechada de amor por él. Pasaron dos días y volvió a mi lado, me dijo que había mentido y que me amaba. Y creí en él. Me sentía plena nuevamente. Me llevó a su casa y me hizo el amor, gocé cada momento y me sentía dichosa. Pero tras el clímax me empujó, dijo que no me amaba, que mejor me alejara de él. Que le gustaba otra, que no le apetecía. Y me fui de su casa, avergonzada y rota. Lluego volvió, me hizo el amor y me botó, y se convirtió en un circulo vicioso. 
En un momento, no podía más. Le pedí que por favor no me volviera a hacer lo mismo. Prometió cambiar pero fue más de lo mismo. Si no hacía lo que él quería, me dejaría. Me sometí a ello por amor. Veía claro que no me amaba pero yo seguía ahí, me convencía de que el amor podría vencer esa asquerosa actitud que él tenía conmigo. 
Le pedí en distintas ocasiones si me prestaba su celular para hacer distintas cosas, y siempre me lo negaba. Algo había allí. Muy pronto su otra nueva amiga comenzó a tratarme mal, se reía cuando yo pasaba con él por los pasillos de la mano. Otras veces él se veía con ella en rincones del colegio, muy cerca uno del otro. En otros momentos, me soltaba la mano si ella aparecía, y me gritaba fuerte que no me quería y que lo superara. Se me apretaba el corazón y yo solo lloraba y me iba. Y lo perdonaba, a pesar de su rechazo, yo lo hacía, porque lo amaba mucho. 
Cuando le dije que su amiga se reía de mi y me trataba mal me respondía que él no era su padre, asi que no le diría nada ni la reprendería, era su amiga y él no se metería en nada. Se me apretaba el corazón de pena y llanto. Dolía tanto. 
Le quité, en un momento en que estabamos solos en su casa, el celular de su mano, haciendome la juguetona en plan coqueto, riendome le dije que mejor me besara, y me puse a reír. Pero el me tomó del pelo y jaló de él. Dolió mucho, asi que solté el celular y lo tomó como si de ello dependiera su vida, asustado. Lo miré más asustada y me largué a llorar, tomé mis cosas y me fui.
Estaba más que destruída, nuevamente más de lo mismo. ¿Por qué a mi? ¿Por qué de nuevo? ¿Por qué le amaba? Y pidió perdón. Yo lo perdoné. Grave error. 
Dependía su aprobación de curso que obtuviese una nota, y le hice su trabajo. Tras hacer su trabajo y obtener un azul, me dejó. Ahí dolió más. Había logrado pasar su curso, yo ya no le servía. Así que me botó. 
Fue una pena tan enorme que me embargó. Pero él quería seguir con su juego. No le hablé en varios días y me quedé en mi cama sin ánimos de hacer nada durante mucho tiempo, recibí un mensaje con un "hola", pero nunca lo respondí. 
Al pasar algunos días, me mantuve sumida en mi deprsión. Así es como supe que tenía una nueva novia. Me volví loca. Comencé a romper todo cuanto estaba a mi paso, me corté lpos brazos en ocasiones y me jalé el pelo. Él no regresó nunca más.
Han pasado dos años, más o menos, desde aquello. El dolor se ha ido apaciguando, pero mi amor sigue ahí, fortísimo como un roble. En ocasiones lo evoco, mi corazón palpita fuerte, siento la frescura de ese amor. Su recuerdo viene y va, y se queda. Soy como un fantasma que ha aprendido a vivir. Y lo amo. Lo amo como el primer día e incluso más. Doy mi vida, pongo las manos al fuego y juro por todo lo que tengo que, desde aquella ruptura, no ha pasado ni un solo día sin que yo pensara en él. Lo amo, lo extraño con cada fibra de mi ser. El recuerdo de ese amor vive en mi interior. Aún lloro, y demasiado. Siento que él es el hombre que más amaré en mi vida, que aún si pasan mil años mi amor seguirá allí. Ha sido un amor tan intenso, he aprendido a vivir con este dolor, aunque a veces me planteo sinceramente terminar con mi vida. Era mi amigo, ¿Cómo la gente puede cambiar así?
Mis amigas me juzgan, me recriminan pero no entienden que este dolor es tan real. ¿Se irá algún día? ¿Podré olvidarle? ¿Seré capaz de amar? Me desespera este amor y este dolor. Por favor, alguien que me responda. 









 

Ver también

Y
yufang_5603988
15/7/17 a las 6:38

no me arrepiento de haber leido tu historia me parecio muy profunda y sincera, es cierto  uno puede perder la cabeza , el corazon es enganoso , tu pasado ha sido  muy dificl , relacionas el amor con el dolor  como algunos lo hacemos y  cometemos ese error , pero quien nos puede juzgar por pensar asi si nos hicieron dano , debes dejar la felicidad en tus manos haste feliz aunque sea con la cosa mas insignificante , para salir del infierno se da pasos pequenos , pero tu puedes yo creo en ti , no me importa como seas ni como hallas actuado y  aun sin conocerte se que debes de ser una persona hermosa , yo que soy una antisocial de mierda te digo que serias una amiga perfecta y unica . lucha , no te rindas yo estoy segura que personas como tu merecen el cielo.

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