Foro / Psicología

La pornografía

Última respuesta: 23 de septiembre de 2002 a las 10:16
S
shuo_9543472
20/9/02 a las 12:30

Hola chicas, soy nuevo en estos foros y me ha interesado mucho el tono que se imprime aquí a los temas tratados. Por eso quería abrir un debate que, aunque no sea nuevo, pienso que puede dar mucho de sí todavía. De lo que se trata no es tanto de discutir la pornografía estricta--la que suele relacionarse con el campo acotado de las producciones hardcore de revistas y vídeos y toda su parafernalia--sino de la pornografía generalizada en nuestro tiempo como consecuencia de la liberación sexual. La pornografía como violencia del sexo neutralizado (por la tolerancia).

La pornografía como exaltación del sexo, como cuadrifonía--añadiendo una tercera y una cuarta pista al acto sexual--, como dice Baudrillard en "La seducción". Frente a ésta, que se sitúa dentro del orden de lo ritual, el sexo y el deseo son del orden de lo natural. "Lo que se enfrenta en lo femenino y en lo masculino son esas dos formas fundamentales y no una diferencia biológica o rivalidad ingenua de poder", sigue diciendo el pensador francés.

Frente a las consolaciones cristianas del goce (hoy entroncadas con el sistema de producción y consumo capitalista), la seducción aparece como un despliegue rutilante de juego y desafío, de ocultamiento y lucha.

¿Qué pensáis de todo esto?

Ver también

A
amjid_7285340
20/9/02 a las 17:22

Vale
vale amigo, has planteado muy bien tu pregunta...pero no se si tú realmente sabes lo que has preguntado. Venga un saludo para ti y para Baudrillard

S
shuo_9543472
20/9/02 a las 17:45
En respuesta a amjid_7285340

Vale
vale amigo, has planteado muy bien tu pregunta...pero no se si tú realmente sabes lo que has preguntado. Venga un saludo para ti y para Baudrillard

Aclaración
¿Cómo que no se me entiende?, bueno, trataré de expresarme más claramente.

No me refiero aquí a esas ilustraciones y acciones sexuales paroxísticas que se encuentran en determinada subcultura de nuestro tiempo, y que arrancan de los años 70 del pasado siglo, cuando el cine tenía que competir con la TV y una serie de gente decidió combatir el puritanismo social, sobre todo en USA. Ahora la pornografía se ha convertido en una industria, incluso en un valor bursátil (como pasa con una cadena de burdeles australiana), y la Red está llena de estos contenidos calientes. Pero no, de esto no quiero hablar, aunque se puede tocar por encima.

A partir de la pornografía como institución se pueden extraer algunas conclusiones sobre lo que pasa fuera, en los ámbitos más cotidianos. Se trata de la hiperrealidad que nos atrae con tanta fuerza, lo "más real que lo real" (de ahí la seducción cero). El porno es grotesco porque añade lo pintoresco en los detalles anatómicos: demasiado real, demasiado cercano para ser real. Es lo que piensa Gillian en "Amor, etcétera" de Julian Barnes, de ahí el desencanto. Cuando grupos de feministas rebeldes protestaban en Berlín y querían destruir escaparates de sex-shops, había que darles la razón. La alta fidelidad del sexo castra cualquier tipo de goce sensual, es el fin de la ilusión y del secreto, el adiós a lo imaginario y al fantasma. Ustedes lo han comprobado: cómo el chico le propone a su novia una sesión relajante, coge la cinta de vídeo, la inserta en el aparato... y empiezan a desfilar las imágenes. Aunque ella le da ese gusto, en realidad se aburre como una ostra, mientras él empieza a excitarse con el supuesto morbo de las escenas. Desfile de anatomías pegajosas, de aberturas al límite, de voracidad extrema. Ahí la mujer es insaciable, siempre disponible, todo gira en torno a su sexo. Espectáculo de máxima abyección y mínima moralia. Risas.

El porno es un síntoma de algo que está más cercano, más accesible. Se trata de la razón sexual de nuestro tiempo (aquí hay foros sólo para hablar de sexo), convertida en nueva moral. Pero no debemos olvidar que la sexualidad es algo nuevo para la conciencia, que hace tres siglos no tenía lugar. Y se hace preciso, como dice Baudrillard, una crítica, o una genealogía de la razón sexual. Es la obligación del goce, la compulsión al placer y al órgano, lo que nos machacan en todos los campos. Les dejo con un fragmento del libro mencionado para que reflexionen (sí un saludo para B., si lo desean...):

"Permanecemos incomprensivos y vagamente compasivos ante esas culturas para las que el acto sexual no es una finalidad en sí, para las que la sexualidad no tiene esa seriedad mortal de una energía que hay que liberar, de una eyaculación forzada, de una producción a toda costa, de una conntabilidad higiénica del cuerpo. Culturas que preservan largos procesos de seducción y de sensualidad, en los que la sexualidad es un servicio entre otros, un largo proceso de dones y contra-dones, no siendo el acto amoroso sino el término eventual de esta reciprocidad acompasada por un ritual ineludible. Para nosotros eso ya no tiene sentido, para nosotros lo sexual se ha convertido estrictamente en la actualización de un deseo en un placer--lo demás es literatura. Extraordinaria cristalización de la función orgásmica y en general de la función energética".

A
an0N_942449999z
23/9/02 a las 10:16
En respuesta a shuo_9543472

Aclaración
¿Cómo que no se me entiende?, bueno, trataré de expresarme más claramente.

No me refiero aquí a esas ilustraciones y acciones sexuales paroxísticas que se encuentran en determinada subcultura de nuestro tiempo, y que arrancan de los años 70 del pasado siglo, cuando el cine tenía que competir con la TV y una serie de gente decidió combatir el puritanismo social, sobre todo en USA. Ahora la pornografía se ha convertido en una industria, incluso en un valor bursátil (como pasa con una cadena de burdeles australiana), y la Red está llena de estos contenidos calientes. Pero no, de esto no quiero hablar, aunque se puede tocar por encima.

A partir de la pornografía como institución se pueden extraer algunas conclusiones sobre lo que pasa fuera, en los ámbitos más cotidianos. Se trata de la hiperrealidad que nos atrae con tanta fuerza, lo "más real que lo real" (de ahí la seducción cero). El porno es grotesco porque añade lo pintoresco en los detalles anatómicos: demasiado real, demasiado cercano para ser real. Es lo que piensa Gillian en "Amor, etcétera" de Julian Barnes, de ahí el desencanto. Cuando grupos de feministas rebeldes protestaban en Berlín y querían destruir escaparates de sex-shops, había que darles la razón. La alta fidelidad del sexo castra cualquier tipo de goce sensual, es el fin de la ilusión y del secreto, el adiós a lo imaginario y al fantasma. Ustedes lo han comprobado: cómo el chico le propone a su novia una sesión relajante, coge la cinta de vídeo, la inserta en el aparato... y empiezan a desfilar las imágenes. Aunque ella le da ese gusto, en realidad se aburre como una ostra, mientras él empieza a excitarse con el supuesto morbo de las escenas. Desfile de anatomías pegajosas, de aberturas al límite, de voracidad extrema. Ahí la mujer es insaciable, siempre disponible, todo gira en torno a su sexo. Espectáculo de máxima abyección y mínima moralia. Risas.

El porno es un síntoma de algo que está más cercano, más accesible. Se trata de la razón sexual de nuestro tiempo (aquí hay foros sólo para hablar de sexo), convertida en nueva moral. Pero no debemos olvidar que la sexualidad es algo nuevo para la conciencia, que hace tres siglos no tenía lugar. Y se hace preciso, como dice Baudrillard, una crítica, o una genealogía de la razón sexual. Es la obligación del goce, la compulsión al placer y al órgano, lo que nos machacan en todos los campos. Les dejo con un fragmento del libro mencionado para que reflexionen (sí un saludo para B., si lo desean...):

"Permanecemos incomprensivos y vagamente compasivos ante esas culturas para las que el acto sexual no es una finalidad en sí, para las que la sexualidad no tiene esa seriedad mortal de una energía que hay que liberar, de una eyaculación forzada, de una producción a toda costa, de una conntabilidad higiénica del cuerpo. Culturas que preservan largos procesos de seducción y de sensualidad, en los que la sexualidad es un servicio entre otros, un largo proceso de dones y contra-dones, no siendo el acto amoroso sino el término eventual de esta reciprocidad acompasada por un ritual ineludible. Para nosotros eso ya no tiene sentido, para nosotros lo sexual se ha convertido estrictamente en la actualización de un deseo en un placer--lo demás es literatura. Extraordinaria cristalización de la función orgásmica y en general de la función energética".

Holaaaaaaa
No sabria que contestar a lo que has escrito, ya que no consigo saber cúal es la pregunta, ó tu debate, me gustaría, que plasmaras sólo en 4 líneas, que quieres decir, y sin texto literario, ni escritores famosos, sólo plasmar lo que tú piensas, vale?
Un besazo.Sonia

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