En respuesta a zein_7830224
Buenas noches, necesito ayuda, estoy desesperada. Tengo 32 años y no soy capaz de aguantar en un trabajo, siempre que empiezo me acaban entrando ataques de auténtico pánico, hasta el punto de que me provocan nauseas. Sólo pensar en el trabajo me da auténtico pavor. No sabia lo que tenía hasta que navengando por internet me enteré de que se trata de ergofobia. Pasado mañana empiezo a trabajar y aunque intento animarme y pensar en positivo no puedo parar de llorar pensando en lo que me espera. Lo peor es que no puedo contarselo a nadie porque pensarán mal de mi y nadie lo va a entender. Tengo malos pensamientos incluso deseo que me pase algo para no tener que enfrentarme al problema.. Necesito ayuda aunque sea sólo hablarlo por favor.
Hola Sahira, ¿cómo vas?, ¿qué tal los primeros días en tu nuevo trabajo?
Acabo de leer tu mensaje y no sabía nada sobre la ergofobia... ¡me quedo muerta! Te cuento un poco mi historia: yo voy camino de los 30 y en mi vida jamás he trabajado (por otros motivos que no vienen al caso).
Hace relativamente poco empecé a estudiar algo que me apasionaba, iba a clases en el mismo lugar donde se desarrollaba ese empleo (las clases se impartían en una sala de reuniones), y estaba super ilusionada con el curso, con el ambiente que había en aquel lugar... ¡lo que más deseaba era empezar mis prácticas! Hasta que ese día llegó...
Durante las prácticas lo pasé horriblemente mal. Más de un día llegaba a la puerta y tenía que darme la vuelta y correr a mi casa, porque me descomponía totalmente por dentro (luego volvía, claro). Además a cada paso que realizaba, necesitaba aprobación y supervisión de un compañero porque me sentía muy insegura y creía que lo iba a hacer fatal y las consecuencias serían terribles... (a causa de eso, sentía que estaba entorpeciendo a los demás y el sentimiento era peor aún. Por no decir que hubo cosas que jamás me atreví a hacer por lo que no fueron unas prácticas 100% aprovechadas).
Y como si eso fuera poco, hubo infinidad de veces que yo, estando tan normal por allí, me empezaba a marear y marear y cada vez eso iba a peor... ¡sentía que me iba a desmayar de un momento a otro! Así que tenía que ir al baño, guardando la compostura para no andar dando tumbos, echarme agua fría en la cara y esperar de cuclillas en el suelo hasta que se me pasase. ¡Mareos que en mi casa no me dan!
Cuando terminé mis prácticas, nos llamaron a todos los estudiantes para hacer una entrevista en aquel mismo sitio, porque tenían una vacante... y aunque estuve varios días mentalizándome y pensando en positivo, finalmente no tuve narices de presentarme. Me arrepiento muchísimo porque es el trabajo de mis sueños, pero por otra parte me siento aliviada...
Perdona que me enrolle como las persianas, pero es la primera vez que conozco a alguien en una situación similiar y necesitaba desahogarme. Si quieres podemos estar en contacto e irnos contando nuestras inquietudes, que aunque no podamos hacer gran cosa, al menos tener a alguien que nos entienda... ¡que pases un buen día!