No pretendo que nadie me lea, pues sé que si hoy aquí y ahora me desahogo, será un post muy largo y aburrido, pero con ello solo intento echarlo todo para fuera, y ver si de ésta manera me siento algo mejor.
Tengo 30 años, estoy casada, y llevo con depresión y ansiedad desde hace unos 7 años, de los cuales los cuatro últimos medicada. Mi depresión comenzó por la familia de quién hoy es mi marido, no me aceptaban ni me aceptan, pero no por nada que yo les hubiese hecho a ellos, sino por problemas que tenían con su hijo y como no los arreglaban pues lo rebotaban en mí para hacerle daño a mi marido. Dudé mucho en casarme pues pensé que la situación nunca cambiaría y no nos dejarían vivir en paz, pero confíe en mi marido al que quiero con locura y hoy por hoy no me arrepiento. Desde que nos casamos mi marido puso los puntos sobre las íes y hoy por hoy no tenemos ningún contacto con ellos, no porque lo hayamos querido, sino que no ha quedado de otra.
Cuando estaba en plena depresión grave, (de la cama a la cama y a oscuras, sin querer ver a nadie, ni hablar con nadie, carácter cambiado totalmente, haciéndo daño a los que más me querían, mi novio por aquel entonces y mi familia que vivía conmigo el insoportable día a día de mi vida), el psicólogo me pidió que fueran mis padres a consulta, también mi marido y como no... la niña de mis ojos... mi hermana mayor casada desde hacía años que era mi pilar fundamental. Mis padres y mi marido como siempre encantados de poder ayudarme, pues tengo que decir que me tocaron unos padres buenos de verdad en todos los sentidos. Pero mi hermana se negó a ayudarme. Fuí a su casa a hablar con ella y pedirle por favor que me acompañara al psicólogo pues me había pedido que viniera, y me salía por la vía de tarifa sin darme contestación alguna. Le pedí que lo pensara tranquilamente y me contestara antes de la semana siguiente. Le dije el día, la hora, y que si no le venía bien pues cambiábamos la cita para que no tuviera problemas ni yo incomodara su vida. Por aquel entonces sólo tenía un hijo, mi sobrino al que quiero con locura y era mi única alegría en los días más tristes y el segundo que venía en camino. Cuando llegó el día de mi cita no me había respondido ni tampoco apareció. Con eso le quedó claro al psicólogo que no podía contar con ella, y a mi... la decepción de saber que gracias a dios solo me había hecho falta para hablar con un médico, porque si mi enfermedad hubiera sido peor y dependiera de ella no estaría hoy aquí escribiendo. A raíz de eso, a mi marido le dolió y se enfadó con ella. No se lo dijo directamente porque yo no quería que estropeara más las cosas, pero sí estaba tirante delante de ella pues decía que la ayuda no se le niega a nadie, mucho menos a una hermana tuya. Mi hermana aprovechó eso para ponerme un ultimatum. Si yo quería ver a mis sobrinos tendría que ir sola a su casa pues mi marido tenía las puertas totalmente cerradas. No me pareció correcto, pues si bien mi marido estaba molesto con ella, los niños no tenían culpa de nada. Mi contestación fué que si mi marido no era bienvenido en su casa, yo tampoco. Jamás le reproché que no me acompañara al médico ni nada de eso. Seguí llamando a su casa por teléfono para preguntar por mis sobrinos, me contestaba escuetamente y mal, como molesta por mi llamada, hasta un día en que le dije que le diera besos a los niños de parte de su tía, la cual los quería mucho y me contestó: que tía? la que no se preocupa por nosotros? la que ni siquiera sabe como somos? la que ni siquiera se esmera en saber quién somos? Me hundí y cuando me levante me propuse seguir mi vida adelante aunque tuviera esa espina clavada a fuego dentro. Mi sobrino pequeño no me conoce, y al mayor, el cual tiene cinco años le ha negado tanto ella como su marido que me hable cuando me vea. No me puedo acercar a ellos, lo tengo prohibido y si le tiro besos a mi sobrino y mi sobrino me mira y dice ahí está mi tita¡¡¡¡ lo castigan y le riñen. Lo sé por mi madre.
Seguí mi vida como pude, pero lo que no esperaba es que mi hermana también pagara con mis padres todo ésto. Cierto que mis padres en alguna ocasión han intentado hablar con ella y hacerle entender que no se puede vivir así, que les hubiese gustado que me ayudara cuando lo necesité y que no se comportó bien, pero su respuesta es dejar de llevar los niños a la casa de mis padres. Poco a poco a disminuido las visitas y ahora por último solo los lleva una vez cada mes y medio o dos meses. No tiene conversación con mi padre, tampoco le cuenta nada a mi madre. Dice que está sola, pero también dice que le molestamos todos. No habla claramente, solo tira indirectas y amenaza constantemente a mis padres con dejar de llevar los niños a su casa si le hablan de mi o me mientan.
La sorpresa fué el sábado, cuando fuí de visita a ver a mis padres con mi marido y estaba ella allí con los niños. De momento cogió a ambos de la mano y dijo nos vamos¡¡ Mi madre le dijo que ella estaba en su casa al igual que yo y que no se fuera, pero lo hizo. Mi madre la llamó para hablar con ella y como siempre le colgó el teléfono. No consiente que mi madre le diga nada, que intente de arreglar las cosas, que le diga que sufre con la situación que estamos pagando todos sin saber porqué. Tampoco que le pregunte el porqué ha cambiado tanto desde que se casó con nosotros si siempre hemos estado tan unidos todos. No escucha a nadie.
Cuando le colgó el teléfono a mi madre, mi madre la volvió a llamar y cuando saltó el contestador enfadada le reprochó todas las cosas que ve injustas de su parte. Entre ellas, le dijo que era egoísta, pues le hacía pagar a sus hijos sus odios.
Escucharía el mensaje después, también su marido, y por la tarde de ayer vino su marido a mi casa y le dijo a mi madre que ahora era cuando no volvería a ver a los niños nunca. Insultó a mi padre, y mi padre lo echó de casa.
Aparentemente todo está terminado, pero no puedo evitar sentirme mal por mis padres. Yo sabía que lo mio no tenía remedio e intento vivir con eso, pero el daño que les ha causado a mis padres es una puñalada brutal. Dicen que los está matando en vida. Están tristes y se echan la culpa de todo. Mi hermana ni siquiera a sido capaz ésta vez de afrontar todo y decirles claramente que no quiere saber más nada de ellos. Yo me siento culpable pues sé que aunque ella llevaba mucho tiempo intentando cortar la relación, ha aprovechado el verme en mi casa para hacerlo. Puedo asegurar que jamás me ha dado verguenza pedir perdón. Si me he equivocado lo he pedido y si he hecho daño inconscientemente ha sido sin querer. He llegado a arrodillarme delante de mi hermana pidiéndole una solución a nuestros problemas. Siempre he sido yo la que ha tirado de la relación llamándola, porque sino ella no lo hacía, intentando ayudarla, aunque no lo hiciese conmigo... etc...
Ahora me siento demasiado triste, me siento inutil, vacía, sin esperanzas, muerta por dentro. Quiero ayudar a mis padres... pero aunque esté apoyándolos sé que no es suficiente. Quisiera cerrar los ojos y arreglarlo todo. Quiero que me odie a mí, pero no a ellos que tan bien se han portado con nosotros siempre, estando en lo bueno y en lo malo, apoyándonos, ayudándonos, preocupándose.... Si supiera que desapareciendo yo se arreglaría todo no dudaría ni por un segundo en hacerlo. No tengo fuerzas para salir de todo ésto. Ojalá pudiera devolverles a mis padres la felicidad aunque yo cargara con todo su peso. Yo sería infeliz, si, pero ellos al menos tendrían la felicidad que se merecen y no el sufrimiento.
Dudo que haya un dios, he dejado de creer en los milagros, en los deseos, las ilusiones, el tiempo, la vida. En todo.
Desde la tristeza más profunda de mi alma muerta.