Nota a mi primera mujer, cuando aún creía que era posible, cambio de domicilio incluido.

Adiós, mi amor, se acabó, adiós diosa inmortal,
Se que fueron muchos años, lo se
Como también se que fui único, un privilegiado
No esta al alcance de cualquiera gozar de tu aliento
Ni pasear en tu carro intemporal, colmo de los lujos
Ni recorrer contigo recónditos senderos inalámbricos
Muchos años disfrutando del almíbar de tus labios
Terriblemente frío, pero almíbar al fin y al cabo
Muchos años acurrucado entre tu pecho perfecto
Y enamorado hasta los huesos, y más aún
De tu perfecto perfil romano, de las sortijas de tu pelo
De tu imperecedera túnica, grandiosa, resplandeciente
De tu nombre, símbolo de tu grandeza, Tú Todopoderosa
¡También ése, también! Y miles y miles de personas
En torno a tu augusta figura se congregan a la hora exacta
De las más grandes celebraciones y faustos

Pero yo sólo te gocé, yo sólo te puse bufandas
Yo sólo te abrigué el corazón con salivilla de estrella
Cuando el resto de los mortales dormía
Con esa tierna complicidad propia y exclusiva
De los más apasionados enamorados
Sólo nosotros sabemos que nos pasamos horas y horas bailando juntos
Dando vueltas una y otra vez, encerrado en mi coche
Alrededor de la Plaza que tu lleva tu nombre
Eso sí, respetando muy bien los semáforos,
Ante la atónita mirada de los Municipales
Mientras, tú te dejabas llevar, en ese baile interminable
Recuerda cuantas madrugadas estuvimos juntos
Diciéndonos palabras tiernas al oído
Recuerda mi cartera, sin dinero, pero llena de tus fotos
Sabiendo que en tu reino no vale este dinero
Sino sólo el valor de los héroes homéricos muertos en combate.

Pero debo decirte adiós, mi amor, con lágrimas en los ojos
Porque siempre te tuve, en mis depresiones, en mi soledad
En mis agobios, en mis mudanzas, en mis asfixias,
En mis viajes kilométricos a bordo del Jet Bacardí
Siempre estuviste conmigo, y ahora debo despedirme
Tampoco me reproches más de la cuenta
Desde el principio supiste que no era más que un simple mortal
Eso si, con grandes delirios de grandeza
Y con el suficiente trastorno mental agudo
Como para enamorarme perdidamente de una Diosa inmortal
A eso te exponías, deberías extrañarte lo justo
Siempre te quedará tu paraíso, al que accediste que compartiera
Para probar de tu mano la miel, en néctar y la ambrosía
Muy pocos como yo pudieron probar el alimento de los dioses
Pero ¿Qué quieres? Soy un triste mortal, soy débil
Y hoy debo decirte adiós, mi amor, adiós para siempre

Adiós Cibeles, adiós, mi amor, fuiste mi aliento, pero soy un mortal
Y mi sitio esta acá, con los míos, a pesar de todo lo que me enseñaste
Me enseñaste que tenemos una estrella en el medio del pecho
Donde suena el latido de los que van naciendo, para tu dolor
Tu dolor, sí, diosa inmortal, porque nunca serás madre,
Tan cierta es tu Gloria como estériles tus entrañas.
. . . . . . . .

No hace mucho, entre los más antiguos y dulces recuerdos
Nació una Venus de carne, se hizo realidad el lienzo de Boticelli
No tiene los labios lisos, fríos, de corte perfecto como los tuyos
Fabricados de mármol con el máximo de los esmeros
Los suyos son ardientes, con un relieve de fruta tropical
No tiene un nombre mitológico, ni pasará a la historia
Para nada es perfecta como Tú, una diosa inmortal
Ya ves, Josefa se llama, Pepa, para los suyos,
Pero su ecuador oculto, su vientre, no es frío ni marmóreo como el tuyo
Su ecuador tiene la temperatura suficiente para ser la forja
Donde se fabrican las estrellas y los más ardientes sueños
Tú, con tu trato altivo, distante, soberbio, altanero
Mi mujer próxima, cercana, totalmente humana
Aunque sobrehumana en sus cualidades; el calor es su bandera
Calor de forja, calor de sueños, calor de cama, calor de cuerpos
Tu interior es frío, es mármol, es eterno, esta hecho a medida
Las medidas de mi mujer están hechas a mi medida, a mis gustos.
Tu exterior, tu piel, tiene la monotonía de la perfección
Casi se diría que hasta tienes algo de palidez cadavérica
Mi mujer tiene color de hembra de sangre, y la piel decorada
De miles de luceros color miel, que los humanos llamamos pecas
No recuerdo una sola discusión contigo Cibeles, siempre altiva
Siempre con la razón, con la fuerza que te da tu naturaleza divina
Más divino es a mi parecer los enfados de mi Pepa, incluso
Cuando airada, discute y se agazapa a la defensiva
Enseñando unos dientes, unas uñas afiladas
Como lo que es, una imponente pantera azucarada
Con un alma enorme pura y limpia como el cielo de Madrid
Tu voz es tronante, avasalladora, impone respeto
La de mi mujer provoca afectos, cariños, ternura, es dulce
En tu perfección, Cibeles, ni siquiera tienes acentos
Hablas el exacto idioma sin dejes del Olimpo
Mi mujer es andaluza y habla como andaluza
Tú eres dura, eres fuerte, eres pétrea, jamás te emocionas
Mi mujer es delicada, es como una figurita de alabastro
También es frágil, como frágiles son los diamantes
Así es su risa, como una cascada de diamantes.

Adiós, mi amor, lo nuestro acabó, la novela esta acabada
Ya no se puede cambiar el final, que es con mi mujer
No con los delirios de grandeza que un día tuve contigo
Tú eres una mera ilusión, mi mujer es de carne y hueso
Y tiene en su interior el calor y la dulzura suficiente
Para fundir mil Antártidas, es rival de la Reina de la Nieve
Vencedora segura, ante su dulzura no existen palabras afiladas
Hasta es difícil soñar con ella, ya que esta hecha de la misma materia
Con la que se hacen los más íntimos deseos y sueños.
Todos sabemos que es difícil soñar que estamos soñando.
Escribo y escribo, palabras al aire, sin el más leve remordimiento
De despedirme de ti ¡OH, mi Diosa!, me venció su calor
Su calor infinito tanto en la inocencia como en la picardía
Ahora que es hora de saber quienes somos
Qué queremos, y ha de cruzar el Río, el Euro y su amor contra reembolso
No te llevarás Tú, Cibeles, mi último suspiro
Ya que no me pertenezco, he sido arrebatado a los cielos
Como el profeta Elías, en su carro de fuego
Por la inmensidad del cariño que acumula y acumulo
Y que mutuamente nos regalaremos hasta el final de nuestros días
Ni tu Cibeles ni nadie podrán cambiar el epílogo de esta novela
Hace tiempo rematada, ya sabes el final, no subiré a los cielos
En tu carro, Diosa, tirado por soberbios leones
Sino que bajaré junto a mi mujer a las profundidades
A quemarme para siempre en las llamas dulces de su ecuador oculto

Perdóname Cibeles, perdóname.
Pero tienes más de ángel que de mujer
Absolutamente asexuada, ni siquiera andrógina
Mi mujer es mujer en alma cuerpo y significado
Tú me ofreciste la belleza y el cariño frío de la nieve
Y elegí quemarme con mi mujer en su deliciosa hoguera.
Porque siempre estaré más seguro de esta tierra que piso
Que de tu cielo intratable que a veces me ignora.
Suyos serán mis amaneceres, suyos serán mis mimos.
Le regalaré mis ojos entornados, mi hálito vital, mi tiempo, todo.
Perdóname, Cibeles, yo no puedo parecerme a ti
Inmutable, atemporal, omnisciente. Yo respiro.

Adiós, Diosa, adiós.
Sabes que te he querido siempre
Pero a mi mujer más y desde hace más tiempo.

Dentro de muchos años, cuando subamos a tu reino
Acógenos benévola, pues siempre fuimos apasionados
Pero ahora respeta mi decisión; ante tu oferta de quemarme
En tu belleza blanca y fría de nieve
Elijo arder para siempre en las llamas de mi andaluza.

Adiós, Diosa, adiós.
Sabes que te he querido siempre
Pero a mi mujer más y desde hace mucho más tiempo.






Argyll
15 nov. 05