No sé si es este el sitio correcto al que dirigirme, pero necesito desahogarme. Estoy en la treintena no he tenido nunca amigos ni menos aún pareja. Tampoco tengo un trabajo fijo, pero sí lo que se considera un buen trabajo al que he llegado gracias a unos estudios universitarios.
Físicamente no me considero una persona deseable por ningún hombre. Sólo mi madre, mi único apoyo, considera que el día de mañana conseguiré algo. Yo lo dudo. Cuando, por ejemplo, en un grupo de chicas se habla de novios a mí jamás me preguntan si yo tengo familia o novio, y comprendo que dan por sentado que no. Trabajo con adolescentes y me siento impotente cuando dan por sentado que no tengo novio, ellos lo achacan a mi físico, y lo más triste es que aciertan. Ahora ando de psicólogo y no me convence: quita yerro al asunto y simplemente me anima con el qué voy a saber yo lo que me pasará mañana. Es verdad no sé lo que me pasará mañana, pero sé lo que llevo viviendo todo este tiempo: rechazo social, tratarme como si tuviera menos edad de la que tengo, solo juzgarme por un aspecto físico. El único apoyo como os digo es mi madre, que es la única que confía en mí. Me he vuelto de ser una persona optimista a ser una persona pesimista al cien por cien, y la gente que conozco no me dan oportunidades para pensar otra cosa.
Hace cuatro años conocí a un compañero de trabajo. Nunca lo pillé mirándome, pero cuando yo le miraba el me miraba, venía a hablar conmigo nervioso, discutimos, pasaba de mí, daba cien vueltas para venir a hablar...y yo me lo creí sin él haberme propuesto nada de nada y con una minusvalía física que padecía en aquel entonces. Mi madre dice que pudo haber algo, pero una compañera de trabajo de este año que lo conoce dice que es buenillo, pero un tío raro, que no habla con nadie (y conmigo habló más de tres veces y hasta vino un día y se sentó conmigo en un bar, pero era muy difícil acceder a él). Me miro y lo recuerdo y llego a la conclusión de que he sido para él como para todos, un bicho raro por el que no ha tenido el mas mínimo aprecio a pesar de ser un ser de apariencia dura pero muy frágil con esos ojos vidriosos. Y aquí estoy obsesionada por un tío con el que no volveré a coincidir, con una madre que apuesta por una hija, porque al fin y al cabo soy su hija, sola, sin pareja ni amigos con los que salir, y descreyendo en un psicólogo que la única terapia es convencer de que valemos, al que le digo que lloro todos los días y lo ve normal, quitando yerro al asunto y transmitirme optimismo, aunque la vida me demuestre que no, que no llegaré lejos.Gracias por leerme, me siento más agusto, aunque estén asomando algunas lagrimillas.