Un día nos quieren y otros no. Al final, una desearía no haberlos conocido.
Es como la historia de Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Si bien no hay asesinatos, la autoestima suele quedar bastante herida.
Por un lado, Jekyll es capaz de estar un mes o más tiempo en campaña para que salgan con él. Llama casi todos los días para lograr su objetivo y puede llegar a ser el hombre más encantador del mundo, mientras nos mira con ojos de enamorado, hasta que
No se sabe si fue algo que se dijo, algo que se hizo o si el clima y la alineación de las estrellas habrán influido. Lo único claro es que aparece Mr. Hyde, con su actitud de yo no te conozco, casi castigando a la mujer que osó creer que él podría estar interesado en algo serio con ella. Otras veces, simplemente desaparece durante semanas para luego regresar a tierras conocidas, con la misma cara de siempre, como si esto del ir y venir fuera parte de su naturaleza humana, de su especie que parece ser una diferente a la nuestra.
Es un demente para algunas, un ser que se quiere dejar en el olvido lo antes posible. Es el hombre ambivalente que describe la terapeuta Rhonda Findling en su libro No le llames. Según la norteamericana, este tipo de hombres:
1.- Le dice a una mujer que la ama, para luego comenzar una relación con otra. Aún así, algunos temerarios insisten en que quieren estar con una, pese a estar con otra u otras.
2.- Constantemente le expresa a una mujer que la echa de menos, pero por algún extraño motivo nunca tiene tiempo para verla.
3.- Al día siguiente de haber salido con él y de haber sentido una gran conexión, actúa de manera distante y formal.
4.- Nunca llama cuando afirma que lo hará y cancela las citas que ha acordado.
5.- Suele llegar siempre atrasado o derechamente dejar plantada a su víctima.
6.- Se le distingue por tener una facilidad envidiable para esfumarse por semanas, y luego reaparecer sin arrugarse.
Desde la perspectiva psicológica, la ambivalencia es un estado de ánimo, transitorio o permanente, en el que coexisten dos emociones o sentimientos opuestos, como lo explica la Real Academia. Dicho de otro modo, se refiere a personas que un día dicen que nos quieren y al otro desaparecen de la escena, que tras mostrar todas las señales de interés, reaccionan casi como ofendidos cuando la mujer los encara.
El peligro está en que, como explica Findling, este tipo de hombres puede hacer que una mujer se sienta rechazada o abandonada, afectando su autoestima al verse a sí misma como la más reprochable del mundo, ya que algo muy atroz debió haber dicho o hecho como para que terminaran escapando así de ella.
El miedo a perder a ese hombre nos lleva, a su vez, a aferrarnos todavía más a él y no dejar de llamarlo y perseguirlo () Puesto que no entendemos su actitud impredecible, empezamos a dar vueltas a todo lo ocurrido con él para averiguar qué es lo que debemos haber hecho mal. Nos autocensuramos por haber dicho o hecho cosas por las que normalmente no nos disculparíamos y que, sin embargo, ahora nos hacen sentir tremendamente culpables, cosa que como ya se puede imaginar representa un craso error.
Ambivalencia literaria
Yo volví andando a casa y no me preocupó cómo volvía ella a la suya. Simplemente me marché. Después añadió: Es muy extraño... Me refiero a que la chica me gustaba, me gustaba de veras. Y en aquel momento me harté de ella. Las vírgenes suicidas, de Jeffrey Eugenides.
¿Qué lleva a un hombre a comportarse como un demente?
Otra mujer, miedo al compromiso, problemas de confianza que lo llevan a jugar con otras personas de la misma forma que alguna vez jugaron con él, dice Fernando (26) y no difiere mucho de lo que explica la terapeuta, quien achaca este comportamiento a un serio problema de inmadurez de alguien que ve a la mujer como una extensión de sí mismo en vez de un ser aparte, por lo que espera de ella satisfaga sus necesidades emocionales, sexuales o económicas.
Pero le entra el pánico cuando se ve demasiado implicado en una relación, se siente engullido por una mujer por la que se siente atraído, y para aliviar esa ansiedad, se distancia o desaparece () Hará todo cuanto sea necesario para no tener que soportar el terror y la vergüenza de su propia vulnerabilidad, afirma Findling.
Hay que ser realistas y aceptar la vieja verdad universal de que un hombre no cambiará, ni por arte de magia ni por nosotras. Así que nada de jugar a las psicólogas. Lo único que se puede hacer es recomendarle que visite a un profesional que lo ayude con sus problemas de seguridad y confusión emocional. Y lo más importante: hacerse a un lado, para no terminar igual de insegura que él. Pero cuidado con las recaídas. Mr. Hyde suele regresar al escenario del crimen.
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Espero que les sirva.