Aki os dejo una carta que le escribí a mi ex marido, cuando por fin supe reaccionar y volví a quererme un poco a mi misma... un beso a todas y todos los que lo están pasando mal... espero que pronto cicatricen vuestras heridas...
"Hoy te dejo ir, quiero quedarme sola. No te amo ya, es cierto, pero todavía te recuerdo. Recuerdo cada mirada de desprecio, cada beso sin valor, cada abrazo forzado, recuerdo cuánto no me amabas. También recuerdo todas las promesas que jamás cumpliste. Recuerdo mis vanas esperanzas, mi eterna ilusión, recuerdo todo lo que yo entregaba, a cambio de nada. A cambio de migajas, de desprecio, de vacío. Mis lágrimas brotaban de mis ojos y resbalaban por mis mejillas, esperando esa mano que las frenara con una suave caricia. Esa mano que se quedaba quieta tantas veces. Y mis lágrimas morían en el suelo escuchando tus reproches. Escuchando tus gritos. Ruido sólo ruido. ¿Cuántas veces mi corazón se hizo añicos contra tu muro? ¿Cuántas veces recogí los pedazos uno a uno y lo volví a recomponer? Ya ni lo recuerdo bueno, puedo saberlo, porque cada vez que lo recomponía me faltaba un trozo. Y llegó un día que mi corazón se redujo a un minúsculo fragmento. Y cuando se cayó, no se pudo volver a juntar. Ya no lo pude soportar más. Ya no te necesito, ya no te extraño, ya no te llamo por las noches empapada en lágrimas, ya no me siento mal conmigo misma.
He vuelto a ser yo de nuevo. Vuelvo a sonreír, vuelvo a soñar, vuelvo a vivir. Y volveré a ilusionarme con alguien algún día. Alguien que de verdad me ame. Alguien que me respete, me comprenda y sepa valorar todo lo que le puedo llegar a ofrecer. Alguien a quien mi hijo pueda llamar papá algún día. Seguro que llegará. Y cuando llegue, seré la mujer más feliz del mundo, por que supe luchar, esperar, comprender, aguantar, escuchar, supe amar. Siempre he sabido amar. Dejé de verlo tiempo atrás, tú te encargaste de eso, pero lo volveré a hacer. Estoy segura. Ya no me importa que estés un mes entero sin bajar a ver a tu hijo, sin saber nada de ti. Nada nuestro mereces, y mucho menos nuestros pensamientos. Y cuando tu hijo crezca y se haga mayor, sabrá de ti. Sabrá toda la verdad, porque no voy a maquillar nada. Mi hijo se merece lo mejor, y tú, no lo eres. Cierto es que tiene que saber de dónde procede, pero también quiero que sepa en qué no debe convertirse.
He escrito decenas de cartas desde que te conocí. Cartas para nadie, cartas que morían en mis ojos, escondidas de la luz. Cartas en las que iba mi corazón. Cartas que tu despreciaste una y otra vez. Como todo lo que tocas. Como todo lo que dices y haces. Todo lo acabas pudriendo. He tardado 8 años en darme cuenta. Debí dejarte aquel día cuando quise hacerlo, hace ya 7 años. De todas formas, no soy culpable de nada. Ahora sé que no. Y no me arrepiento de nada, porque todo lo que hice, lo hice por amor. Y por amor lo intenté hasta que ya no pude más. El amor se acabó. El amor se esfumó como tú lo has hecho. Ahora sé que para ti el amor no vale más que un puñado de euros. Qué imbécil que fui. Me consuela pensar que el tiempo pone cada cosa en su lugar. Y un día, a ti también te tocará llorar. Y cuando lo hagas, cuando sientas que nada ni nadie puede frenar tu llanto, me recordarás. Recordarás cuántas veces te pedí que no me dejaras llorar sola. Recordarás lo que en ese momento necesitaba de tu amor, y nunca me lo diste. Y entonces, querido Li, no tendrás hombro sobre el que llorar. No tendrás un corazón lleno de amor al que acudir. No tendrás nada, porque nunca sembraste nada. Todo era devastación a tu paso. Y eso es lo que algún día recogerás. Nada.
Hoy te vuelvo a decir adiós. Adiós para siempre. (12-06-2008)"