Si ya no le quieres,
no necesitas excusas para marcharte. Supongo que ahora te "echa para atrás" el hecho de que haya cambiado: ¿cómo plantearle que no ha merecido la pena el cambio, porque le vas a dejar de todos modos, y no sentirte culpable? Le has ayudado a darse cuenta de que en este mundo hay prioridades, y bien merece la pena cambiar para mantenerlas (me refiero a los hijos); ya has hecho algo bueno por él. Ahora, haz algo bueno por ti, y no te quedes en un rincón donde vas a acabar asfixiada, y, por extensión, axfixiándole a él, porque no hay nadie tan tonto como para no darse cuenta de cuándo han cambiado los sentimientos de la otra persona. No sé por qué se nos hace tan difícil dar pasos tan sencillos dentro de una relación, pero así es; no obstante, por complicado que nos parezca, hay que reconocer cuándo ha llegado el final para no hacer ni hacerse daño. Un abrazo.