Me casé en octubre del año pasado. Yo ya tenía una niña, de dos años de edad. El punto es que todo iba muy bien, los tres nos integramos muy bien a la nueva familia. Mi esposo era de lo más lindo, me llevaba el desayuno a la cama, me sorprendía con frases y mensajes en la computadora o en el móvil, me invitaba a salir.
Hace un mes, aproximadamente, todo comenzó a cambiar. Él es escritor y comenzó a escribir un nuevo libro. No crean que son producto de su imaginación, son textos periodísticos. Se sentó a redactar y, con ello, se alejó de mi.
Todo el día está metido en la casa, pero me ignora. Cuando me toma en cuenta es sólo para hablar de su libro. Eso me hace sentir enferma, con rabia.
Dice que yo debería de agradecer que él trabajo en casa, que lo miro, que no me inventa pretextos para salirse a trabajar a otra parte. Obviamente, yo le reprocho. ¿Esa es su mejor cualidad? Antes, me decía que no había nada ni nadie más importante que yo. Ahora, me dice que sea paciente, hasta que termine su libro.
Los pocos momentos que está conmigo, se la pasa hablando del libro y recordándome que se está sacrificando (porque debería seguir sentado detrás de la computadora).
¿Qué hago? La palabra divorcio me ronda una y otra y otra vez la cabeza. Yo antes trabajaba desde casa y aprovechaba para ponerla en orden. Ahora que él está ahí todo el día, ya no puedo hacer nada, porque lo perturbo, lo distraigo, le hago perder horas valiosas.
Por si fuera poco, está toda la noche despierto, trabajando, y se va a dormir entre 6 y 7 de la mañana. A esa hora yo me levanto para alistarme y llevar a mi hija a la guardería. Él se levanta a eso de las 11. A esa hora me salgo entonces. Lo hago porque me ha dicho que nunca se imaginó que iba a escribir su nuevo texto en un ambiente tan hostil.
Me dice que no me va a obligar a quedarme. Que si tengo dudas sobre si me quiere o no, que me vaya. Para tener relaciones le tengo que rogar, cosa que antes no ocurría. Y a veces, aunque le insista, no hacemos el amor en mucho tiempo.
Este sería mi segundo gran tropiezo, y el único lugar que tengo para ir es nuevamente la casa de mis papás. Estamos casados por bienes comunes, en caso de divorcio se supone que me toca 50% de todos sus bienes. Yo no tengo nada. Tiene la casa en la que vivimos y otra más. Pero me queda claro que es patrimonio que él ha construido durante mucho tiempo. No sé qué hacer, a la casa de mis papás no quiero volver, no solo es por orgullo, hay muchas cosas más de fondo. ¿Alguien me puede ayudar?