No puedo más, mi matrimonio hundido

Finalmente he decidido contar mi historia porque necesito ayuda, no puedo seguir así.Me da verguenza contárselo a mis amigas porque es como admitir que has fracasado como mujer y como madre.
Mi hijo tiene 17 meses. Antes de nacer, mi marido era muy cariñoso, alegre y agradable. Era muy optimista y con él pasé momentos inolvidables. Cuando nos casamos, me fui a vivir a su pueblo en una casa de sus padres. Sus padres y su hermana (que es soltera, es mayor que él y no tiene hijos) son muy buenas personas y el lazo que les une es muy fuerte, tan fuerte que todo lo que hacíamos lo tenían que saber. Estábamos en un piso y compartíamos el garaje con ellos, nos ayudaron mucho y estaban muy pendientes de nosotros en todo momento. Al cabo de poco quedé embarazada. Tuve a mi hijo con cesárea. Mi hijo quedó ingresado durante los primeros tres meses de vida. Le diagnosticaron erróneamente una gran multitud de enfermedades metabólicas y pasamos un calvario. Durante los primeros días de vida no lo pude tener entre mis brazos me lo cuidaban mi suegra y mi madre. Durante el tiempo que estuvo ingresado quedaban a guardarlo por las noches mi suegra y mi cuñada. Fue entonces cuando me vino la impotencia de no poder tenerlo, de no poderlo abrazar. El niño no me conocía, y cuando lo tenía en brazos se ponía a llorar. Ellas me lo quitaban de mi brazos y me decía que estaba nerviosa y que no lo podría tener. Fueron pasando los días y yo quedaba hasta cuatro noches seguidas. El niño se estaba muriendo. Me sentí culpable por no haber dado pecho y mi suegra todavía me hizo sentir menos cuando me dijo que la solución de mi hijo era que otra madre le diese su pecho. Mi cuñada que quiere obsesivamente a mi marido, venía todas las mañanas a las siete de la mañana, para ayudar, lo sé pero yo quería estar sola. Finalmente nos fuimos a Barcelona y salvamos a mi hijo al cabo de tres meses.
Volvimos a casa, entonces yo me convertí en una perra protectora de su cachorro, quería mi espacio como madre. Unos horarios, si el niño dormía o estaba en la cuna no quería que me lo cogiesen. A partir de aquí comenzaron las discusiones entre mi marido y yo. La primera vez que estuvimos a punto de separarnos fue cuando su hermana se peleó con él porque decía que no le dejaba al niño ya que ella quería venir a verlo todos los días. Yo pensaba que ella ya lo había tenido todas aquellas noches que lo guardó. Yo me obsesioné con que el niño me conociese. Y así pasaron los meses, su carácter fue cambiando, odiaba a aquellas personas que no nos habían ayudado, incluido a mi familia (mi padre, madre, y hermana). De cualquier manera habían estado pendientes pero no son tan perfectos y buenos como sus padres y su hermana. Discutíamos porque cuando su padre venía a entrar el coche yo no bajaba a saludarlo y así una discusión tras otra.
Cuando tuve que incorporarme al trabajo lo pasé muy mal, me iba llorando y volvía llorando, lo dejaba con su madre algunos días y con su hermana. Ellos estaban contentos de que me fuera al trabajo porque así podrían aprovechar para verlo. Me sentía como la mala de la família. Una noche mi marido fue a buscar a mi cuñada al aeropuerto y ella le dijo que utilizaba al niño para hacerles daño. A partir de estas palabras casi volvimos a separarnos. Entre una de muchas discusiones, él me dijo que su madre le había dicho que los matrimonios terminan cuando los niños nacen enfermos. Parece que se cumplió
Finalmente, los dos decidimos irnos a vivir a mi pueblo en una casa mucho más vieja de mi madre que está al lado de mi trabajo. Estaba justo al lado de mis padres. La situación se invertía. Esta vez él estaba al lado de los suegros. Habíamos encontrado la solución, así yo cogía confianza tenía al niño cerca y mi madre lo cuidaba. Aunque los cuidamos nosotros ya que nos cambiamos el turno. Estaba segura que las cosas irían mejor aunque sus padres y su hermana se pusieron muy tristes. Ibamos a verlos los fines de semana. El se sentía culpable de no estar a su lado, y ellos casi lloraban, a mi me tenían rabia ya que era la causa de su separación.
Después de dos meses su carácter volvió a cambiar todavía más.
Ya hace cuatro meses y la situación es insoportable. LAS DISCUSIONES SON CADA DÍA. Cuando vuelvo del trabajo está de mal humor porque mi madre todo lo hace mal con el niño. Está muy cabreado conmigo con todo lo que hago, (no hago la comida bien, no duermo el niño bien, no hago la papilla bien, apago las luces de la cocina, pongo tres filetes en vez de dos en las bolsas de congelación). En una semana conté treinta cosas que hago mal en casa. Intenté corregirlas para que no se enfadase ya que cuando se enfada el niño se pone enfermo, tiene ataques de ansiedad, me coge el niño y me dice hasta que no te acabes el plato no te lo doy, y así muchas cosas más. El sábado pasado cuando estábamos en su pueblo se enfadó porque intenté dormir al niño media hora antes. El niño no se podía dormir, entonces me gritó yo ya no podía más porque tengo ansiedad cuando tengo que hacer las cosas bien. Entonces le dije que me quería separar, que ya no lo aguantaba, El me cogío el niño y me dijo que lo había hecho a propósito, lo había dormido un poco antes porque no quería que sus padres lo viesen y lo vieron. Mi suegra me dijo que el niño tenía mi genio, mi mala leche. Ya hace tres veces que me dice que me quitará el niño yo aguanto porque espero que vuelva a ser el de antes pero no cambia.
Ayer pasamos uno de los pocos domingos juntos los tres. Fuimos a ver a sus padres y después fuimos a la playa los tres. Cuando volvimos vino lo peor, él se enfadó mucho porque el niño no se quería a dormir comenzó a gritar y a decirme que no sé hacer nada. Se enfadó todavía más porque tenía que ir a trabajar al día siguiente y eran las nueve de la noche y la papilla no estaba hecha. Me prohibió ir a la playa en domingo, porque había perdido el día con nosotros. Hace 5 meses que está estudiando unas oposiciones, yo llevo la casa, el trabajo y el niño. Él no puede perder ni un segundo con nosotros y cuando lo pierde, me lo echa en cara. Yo no hago nada bien, no puedo hacer nada, decir nada. Yo no tengo ganas de nada, cuando está él no sé que hacer, tengo miedo en todo momento a que se enfade. Yo hago todo lo posible para que no se enfade pero a veces sólo respiro